A lo largo de los desfiladeros y valles del sur de Uzbekistán, se alza uno de los monumentos más enigmáticos del Asia antigua. Es el muro de Darband, una extensa estructura defensiva que, durante siglos, separó los mundos de Bactria y Sogdiana. Su origen, función y cronología han sido objeto de debate desde que se descubrió en 1986. Las interpretaciones fluctuaban entre una fortificación kushán del siglo I d. C. y una obra helenística erigida por los sucesores de Alejandro Magno. Sin embargo, un estudio reciente dirigido por Ladislav Stančo ha permitido revisar la cronología de esta muralla gracias a las nuevas dataciones por radiocarbono. La investigación ha determinado que el muro empezó a construirse en el siglo III a. C., bajo el dominio seléucida o greco-bactriano temprano.
El descubrimiento de una frontera antigua
El muro se encuentra entre los pueblos de Darband y Shurob, en el distrito de Baysun, una región montañosa que, históricamente, marcó el límite entre las civilizaciones de Bactria, al sur, y Sogdiana, al norte. Estas tierras, habitadas por pueblos iranios orientales, formaron parte del Imperio aqueménida hasta la conquista de Alejandro de Macedonia en 329 a. C. Posteriormente, se consolidó en el reino de Bactria.
Las primeras excavaciones interpretaron el muro como una fortificación kushán datada entre los siglos I y III d. C. Esta identificación se basaba en el tamaño de los ladrillos de adobe y en algunos fragmentos cerámicos. Con todo, las evidencias resultaban insuficientes. La nueva investigación a cargo de un equipo checo-uzbeko, desarrollada entre 2017 y 2019, se propuso resolver estas dudas mediante una metodología más rigurosa, centrada en la excavación controlada, la documentación fotogramétrica y la datación radiocarbónica de materiales orgánicos.

Una muralla en el corazón de los montes Hissar
El muro de Darband tiene más de un kilómetro de extensión y se sitúa en una garganta natural. Atraviesa el valle de Shurob entre los macizos de Sarymas, al norte, y Susiztag, al sur, ambos pertenecientes a las estribaciones suroccidentales de los montes Hissar. La estructura está compuesta por rampas de tierra compactada y muros de piedra y adobe. Servía para cerrar por completo el paso natural entre los valles de Kichik Ura Darya y Sherabad Darya, lo que habría permitido controlar el tránsito entre las regiones de Qashqadaryo y Surxondaryo.
A pesar de los daños ocasionados por la construcción de la red de carreteras y ferrocarriles, el muro aún conserva tres tramos principales. El tramo septentrional cuenta con 220 m de longitud; el segmento central, 265 m; y el meridional, unos 335 m. En su conjunto, formaba una línea fortificada con torres de vigilancia que permitían controlar los desplazamientos entre las llanuras de Sogdiana y las fértiles tierras bactrianas.

Excavaciones y nuevos análisis en el muro de Darband
El equipo dirigido por Stančo aprovechó un corte natural producido por las obras de la autopista Samarcanda-Termez para estudiar la sección interna del muro de la trinchera 10. En ella, se documentaron 22 unidades estratigráficas que incluían muros de piedra, plataformas de pakhsa (arcilla apisonada), capas de yeso, restos de carbón vegetal y fragmentos cerámicos.
De estos niveles, se extrajeron 10 muestras de carbón, cuidadosamente seleccionadas para evitar el efecto de madera vieja. Los análisis se realizaron en el Laboratorio radiocarbónico de la Academia de Ciencias de la República Checa mediante espectrometría de masas con acelerador (AMS). Los resultados situaron la construcción inicial del muro en la primera mitad o mediados del siglo III a. C., es decir, antes de lo que se había supuesto en un principio.
Las capas más antiguas corresponden al momento en que se niveló el terreno de yeso para levantar una plataforma de pakhsa. Sobre ella, se elevó una muralla de piedra de 1,3 metros de espesor, dotada de un foso delantero. Este tipo de combinación —una pared principal, un muro exterior bajo y una zanja— es característico de la arquitectura militar helenística.

La fortificación helenística y su reconstrucción kushán
El muro de Darband, por tanto, no fue, en origen, una obra del periodo kushán, sino una construcción helenística levantada, probablemente, durante la reorganización territorial de los seléucidas o de los primeros reyes grecobactrianos, como Diodoto I (ca. 255–235 a. C.). Su función inicial habría sido tanto controlar el paso entre dos provincias estratégicas del imperio como servir de punto defensivo frente a eventuales ataques desde el este.
Sin embargo, las dataciones también revelan una segunda fase constructiva entre los siglos I a. C. y II d. C., coincidente con la expansión del Imperio kushano. En ese momento, el muro se reforzó con adobe y se reorientó. Este cambio sugiere un reajuste político: lo que antes protegía Bactria frente al norte pasó a defender el dominio kushán de las confederaciones nómadas del Kangju en Sogdiana. La muralla se transformó, así, en una frontera viva que reflejaba las dinámicas cambiantes de poder en Asia Central.
La hipótesis de una reorientación de la defensa —de oeste a este— implica que el muro cambió de función al ritmo de las hegemonías. Bajo los seléucidas, protegía las rutas de comunicación entre el mundo griego y las provincias orientales; bajo los kushán, servía para contener las incursiones del norte y, al mismo tiempo, consolidar las nuevas fronteras del imperio. En ambos contextos, la muralla fue una herramienta de control del territorio y de legitimación del poder.

Una frontera dinámica entre dos mundos
Gracias a la excavación estratigráfica y la datación radiocarbónica, el estudio de Stančo y su equipo ha permitido anticipar la fecha de construcción del muro de Darband en, al menos, medio siglo respecto a las hipótesis previas. Esta revisión convierte al monumento en uno de los testimonios más antiguos de la arquitectura militar helenística en Asia Central.
El muro de Darband representó una frontera cultural y política en transformación. Erigido, primero, por los ingenieros helenísticos para controlar los accesos a Bactria, se reutilizó siglos después por los kushán como símbolo de su expansión. Su trazado, de apenas un kilómetro, cruzaba un valle estrecho, pero su significado trascendía su tamaño: marcaba el límite entre dos civilizaciones y dos modelos de poder. Con ello, el muro de Darband emerge como un testimonio esencial del proceso de helenización y de la interacción entre culturas sedentarias y nómadas en las rutas que unían el Mediterráneo con el corazón del Asia interior.
Referencias
- Stančo, L., J. Petřík, M. Hajnalová, T. Votroubeková y S. Shaydullaev. 2025. "Revising the chronology of the Darband Wall in Central Asia". Antiquity. DOI: 10.15184/aqy.2025.10225