Un novedoso estudio logra explicar la diversidad genética de las poblaciones iberas durante la Edad del Hierro: la clave está en las mujeres

Un reciente estudio, firmado por un equipo de investigación español, presenta un análisis exhaustivo de ADN mitocondrial que explica la identidad cultural de las poblaciones iberas.
Familia
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto - Comunidades de la Edad del Hierro

En la Edad del Hierro, la península ibérica fue un espacio de intensa interacción entre las poblaciones locales y las comunidades mediterráneas. En este contexto, los grupos iberos del nordeste desarrollaron una identidad cultural propia. Un reciente estudio paleogenético, realizado por un equipo en la Universitat Autònoma de Barcelona bajo el liderazgo de Daniel R. Cuesta-Aguirre, ha revelado que la diversidad genética de las poblaciones iberas no fue producto de una única migración o conquista, sino el resultado de una compleja combinación de continuidad local, movilidad femenina y conexiones comerciales a larga distancia.

El trabajo, que se ha publicado en Journal of Archaeological Science en 2025, constituye el análisis más exhaustivo de ADN mitocondrial de individuos iberos del nordeste peninsular del que se dispone hasta el momento. El equipo investigador ofrece, así, nuevas claves para comprender cómo se configuraron los linajes maternos entre los siglos VIII y II a.C.

Genética ibera
Distribución geográfica de las poblaciones estudiadas. Fuente: Cuesta-Aguirre et al. 2025

Un mosaico cultural antes que biológico

La llamada “cultura ibera” no fue una entidad homogénea. Desde el siglo VIII a.C., distintos grupos humanos, como los ausetanos, los ilergetes, los indiketes y los layetanos, coexistieron en la franja mediterránea con estructuras sociales y políticas diversas. Aunque compartían algunos rasgos materiales comunes, como el alfabeto, la metalurgia o las formas de urbanismo, su variabilidad cultural no implicaba, necesariamente, una diversidad genética significativa.

El estudio paleogenético demuestra que, pese a las leves diferencias presentes en la frecuencia de haplogrupos entre tribus, no existió una diferenciación genética estadísticamente relevante. Esto sugiere que los contactos culturales entre los distintos pueblos iberos se produjeron sin grandes barreras biológicas. Estos contactos se habrían visto favorecidos por los matrimonios locales y las redes comerciales que unían los asentamientos costeros con el interior.

ADN mitocondrial
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

La continuidad genética desde la Edad del Bronce

Uno de los hallazgos más relevantes del equipo de Cuesta-Aguirre apunta a una notable continuidad genética entre las poblaciones del Bronce y las del Hierro. Los haplogrupos mitocondriales más comunes —H, J, K, HV0 y U— ya estaban presentes en la península antes del primer milenio a.C., lo que indica una transmisión materna estable a lo largo de siglos.

Los análisis muestran, además, que las mujeres de las comunidades iberas eran, en su mayoría, descendientes de las poblaciones locales. La diversidad que se observa, por tanto, no provino de sustituciones poblacionales, sino de migraciones puntuales y contactos prolongados. En términos genéticos, las comunidades iberas del Hierro fueron una continuación evolutiva de las comunidades del Bronce.

El papel del ADN mitocondrial: cómo rastrear los linajes maternos

El estudio se centra en el análisis del ADN mitocondrial, una herramienta crucial para analizar restos antiguos. A diferencia del ADN nuclear, el mitocondrial se hereda exclusivamente por vía materna. Al conservarse mejor en los restos óseos antiguos, además, permite reconstruir tanto las genealogías femeninas como detectar la movilidad de las mujeres entre las comunidades.

Gracias a las técnicas de secuenciación de nueva generación, los investigadores obtuvieron 21 secuencias mitocondriales completas de individuos iberos, sobre todo recién nacidos enterrados bajo las viviendas. Las muestras procedían de yacimientos como Vilars, Ullastret, El Camp de les Lloses o Castell de Besora. Estas se compararon con 41 perfiles genéticos previos y con una base de datos de 172 individuos antiguos desde el Neolítico hasta la época visigoda.

Familia de la Edad del Hierro
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Movilidad femenina y sistemas patrilocales

El estudio ha confirmado la existencia de un sistema de residencia patrilocal en las comunidades iberas, similar al observado en la Edad del Bronce. Esto significa que las mujeres se desplazaban al grupo del marido tras el matrimonio. Tal uso habría mantenido la diversidad de linajes maternos, al tiempo que aseguraba la continuidad de las líneas masculinas.

Según los autores de la investigación, esta estructura social explicaría la alta diversidad genética presente dentro de cada grupo y la baja diferenciación entre ellos. En otras palabras, las mujeres iberas se movían lo suficiente como para mantener una mezcla poblacional constante, pero no tanto como para generar rupturas demográficas. Este patrón también encaja con las evidencias arqueológicas de la práctica de matrimonios exogámicos.

Distribución temporal de las poblaciones iberas
Distribución temporal de las poblaciones iberas estudiadas. Fuente: Cuesta-Aguirre et al. 2025

Contactos mediterráneos y flujos de larga distancia

Pese a la continuidad local, el ADN mitocondrial revela, igualmente, trazas inequívocas de contactos transmediterráneos. Algunos haplogrupos detectados, como M1a3a o M1b, apuntan a una influencia femenina procedente del norte de África, mientras que otros, como N1a1a1a3 o K1a12a, podrían vincularse con movimientos desde el Cercano Oriente y Anatolia.

Estos linajes minoritarios reflejan una circulación puntual de mujeres foráneas asociadas, con probabilidad, al comercio y a los contactos fenicios y griegos que, desde el siglo IX a.C., conectaron el litoral ibérico con las redes del Mediterráneo oriental. Sin embargo, tales influencias no alteraron la base genética local, sino que enriquecieron la diversidad sin transformarla sustancialmente.

Mujer, ADN y pueblo
Recreación fantasiosa. Fuente: midjourney/Erica Couto

Las tribus iberas bajo la lupa genética: una sociedad abierta y estable

El panorama que emerge de este estudio es el de una sociedad abierta al contacto exterior, pero biológicamente estable, donde la circulación de las mujeres acompañaba los intercambios comerciales sin provocar rupturas poblacionales. La alta diversidad mitocondrial detectada es coherente con el perfil de comunidades densamente interconectadas, donde las redes de parentesco y el comercio actuaban como vectores de cohesión social.

La homogeneidad genética general sugiere que, aunque las tribus iberas desarrollaron identidades políticas y lingüísticas distintas, compartían una base demográfica común moldeada por siglos de continuidad y movilidad interna. En términos históricos, la diversidad genética de las poblaciones iberas puede entenderse como un signo de integración regional, una fusión producto del equilibrio entre la continuidad local y la apertura mediterránea.

Referencias

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