El fin simbólico del imperio de Napoleón: así fue el robo del tesoro napoleónico tras la derrota en la batalla de Waterloo

La derrota de Napoleón en Waterloo no solo implicó su caída, sino también la desaparición de un cuantioso tesoro personal.
Derrota de Napoleón
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto - Napoléon

El 18 de junio de 1815 fue un día trágico para Napoleón Bonaparte. La derrota en Waterloo puso fin a su última oportunidad de mantener el poder. Aunque la derrota trajo consigo la pérdida de su ejército y la disolución de su destino político, Bonaparte también vio desaparecer su tesoro personal en el caos de la retirada. El episodio del robo de sus joyas, oro, documentos y objetos personales representa uno de los capítulos más dramáticos y menos conocidos del ocaso del emperador.

El equipaje de un emperador que partía al frente

Antes de la batalla, Napoleón había dispuesto viajar con una considerable carga de riquezas. Su hermano José le habría entregado diamantes por valor de 800000 francos, cantidad que el emperador francés entregó a su asistente Louis Joseph Marchand para que los guardase en un estuche, junto con un valioso collar de brillantes que su hermana Paolina le había dado en Elba, antes de su retorno a Francia. Todo esto se cargó en la carroza, junto con otros bienes.

También se envió un carro especial del tesoro bajo las órdenes del barón Guillaume Joseph Peyrusse, el tesorero general. Napoleón mandó que se cargara un millón en oro y entre 100 000 y 200 000 francos en plata para los gastos de campaña. El valioso convoy, sin embargo, se convirtió en una carga pesada y peligrosa, pues tenía que seguir al ejército de camino a la guerra. Su protección se probó insuficiente.

Batalla de Waterloo
Waterloo. Fuente: Victoria and Albert Museum/Wikimedia

La derrota, el desorden y el saqueo

Tras la batalla de Waterloo, el ejército francés se desintegró. El ejército aliado y, en especial, los prusianos persiguieron al enemigo francés en fuga. En la huida, muchos carros quedaron atrapados en el barro o bloqueados por los cañones. Fue en ese caos que la primera carroza del séquito imperial, la que llevaba a Marchand, fue interceptada a unos 14 km al sur del campo de batalla. Fue allí donde se produjo un embotellamiento que los saqueadores aprovecharon para abalanzarse sobre la carroza portavalores. Marchand relata que abrió el estuche y se apoderó de 300000 francos en billetes, aunque tuvo que dejar los 100000 francos en oro.

El landó siguió el mismo destino: lo capturaron a unos 9 km más al sur. Hay informes de que Napoleón abordó el landó tras la batalla, pero, al ver avanzar a los enemigos, decidió abandonarlo y huir a pie. La carroza saqueada se entregó al mariscal prusiano Gebhard Leberecht von Blücher, quien la envió a su castillo de Krieblowitz, cerca de Breslau. Más tarde, ese mismo landó se donaría al museo del castillo de Malmaison, antigua residencia de Napoleón y Josefina.

Otro de los vehículos del séquito (en concreto, la dormeuse que servía de estudio, dormitorio y sala de trabajo) fue interceptado alrededor de las 23:00 por el mayor Von Keller y sus hombres del 15.º regimiento de fusileros. En ella, se encontraban documentos, un neceser, varios juegos de llaves y otros objetos de valor. Aunque consiguieron rescatar la cartera con los documentos, el resto de bienes se perdió.

Paolina Bonaparte
Detalle de un retrato de Paolina Bonaparte. Fuente: Wikimedia

La distribución del tesoro y el caos

Mientras tanto, los vencidos intentaban recuperar el convoy del tesoro. En Charleroi, durante la retirada, se produjo otro embotellamiento. El comisario del tesoro decidió repartir el oro y los valores entre los soldados de la escolta para cruzar el río con mayor rapidez. Así, se registró rl nombre y la cantidad de bienes que se le había entregado a cada uno.

Al principio, el plan pareció funcionar, pero, al estallar disparos en la retaguardia, el pánico se extendió. Se produjeron enfrentamientos entre quienes querían quedarse con las bolsas de dinero y quienes deseaban arrebatarlas. En medio del caos, se saquearon los bienes y pronto no quedó nada salvo muertos y heridos. Muchos de los que llevaban bolsas con oro o dinero fueron interceptados por los prusianos y robados en el camino.

Napoléon
Retorno de Napoléon de la isla de Elba, cuadro de Charles de Steuben. Fuente: Wikimedia

El inventario del botín perdido

Aunque reconstruir la lista completa de bienes que viajaban en el convoy napoleónico resulta dificultoso, los estudiosos sí han podido estimar, en parte, su cuantía. El collar de brillantes de Paolina Bonaparte poseía un valor estimado de 300.000 francos; los diamantes del hermano, unos 800.000 francos. A estas cantidades había que sumar los 200.000 napoleones de oro custodiados en la carroza dormeuse, los 100.000 francos en oro que Marchand no logró recuperar y el millón en oro del carro del tesoro. Sumando estos importes, se obtiene una cifra colosal, que supera el fondo logístico utilizado para financiar el ejército. Se trataba, pues, de una reserva personal destinada a protegerse de eventuales golpes de estado o saqueos en París.

Además de lingotes y joyas, también se confiscaron objetos personales de enorme valor simbólico. Desaparecieron, así, un neceser con objetos para la higiene personal fabricado por el orfebre de la corte Martin Guillaume Biennais; un servicio de té, café y chocolate con el sello imperial; candelabros, cubiertos, un cronómetro en cadena de plata, perfumes, botellas de ron, mapas, pistolas, el sello imperial y otros objetos de uso habitual del emperador.

Tras el saqueo, muchas de estas piezas se enviaron a Inglaterra, donde se presentaron en exposiciones públicas en enero de 1816, causando un gran revuelo mediático. Algunos periódicos ingleses incluso enviaron ejemplares hasta la isla de Santa Elena. Napoleón descubrió con ira que la prensa comentaba con tono burlón detalles pintorescos sobre su vida privada, como la presencia de las botellas de licor en su equipaje.

Tesoro de Napoleón
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Significado simbólico e histórico del robo

Este episodio marca la disolución del aura imperial de Napoleón. El saqueo de sus bienes sirvió para que quienes lo derrotaron se apropiaran de su prestigio y los símbolos que lo representaban. El poder de Napoleón, ahora exiliado y convertido en una figura fantasma, se vio reflejado en el robo masivo de su legado material.

Referencias

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