En un territorio donde la altitud, el frío y la aridez se han percibido como límites infranqueables para el desarrollo de la agricultura, un nuevo hallazgo arqueobotánico ha conseguido cambiar esta narrativa. La identificación de granos carbonizados de cebada desnuda de seis hileras en el cementerio de Gepa Serul, en la prefectura de Ngari, constituye la evidencia más antigua de cultivo cerealista en el Tíbet occidental hace unos 3.500 años. Este descubrimiento, además de arrojar luz sobre la historia de la agricultura en condiciones extremas, también revela el papel de las redes de contacto interregionales en la Edad del Bronce.
El hallazgo, publicado en la revista Antiquity por un equipo internacional de investigadores, permite revisar la cronología y las rutas de expansión de la cebada en Asia. Además, sitúa el altiplano tibetano como un espacio clave en los procesos de interacción cultural que caracterizaron la protoglobalización prehistórica.

El contexto del hallazgo: Gepa Serul y la región de Ngari
El cementerio de Gepa Serul se encuentra en Zanda, prefectura de Ngari, a 3.780 metros sobre el nivel del mar. La región es conocida tanto por ser la cuna de tres grandes ríos del sur de Asia —Brahmaputra, Ganges e Indo— como por su proximidad a ciertos enclaves sagrados como el monte Kailash y el lago Manasarovar. En la antigüedad, este territorio vio florecer a reinos como Zhang Zhung y Guge, que desempeñaron un papel esencial en la configuración cultural del Tíbet occidental.
Ngari, además, es la zona más fría y árida del altiplano tibetano, con altitudes medias de 4.800 a 5.000 metros, precipitaciones anuales inferiores a 100 mm y suelos pobres y arenosos. A pesar de la hostilidad del entorno, la ganadería, basada en la cría de yaks, cabras y ovejas, ha sido históricamente el sustento principal.
La agricultura, por el contrario, ha tenido una presencia marginal. La cebada desnuda, conocida como qingke, ha ocupado hasta el 81,5 % del área cultivada. Constituye el cultivo por excelencia en estas zonas de altura.

La excavación y los métodos empleados
Aunque el yacimiento se identificó en 1999, las excavaciones sistemáticas se retomaron en 2017 gracias a una colaboración entre el Instituto de Protección de Reliquias Culturales del Tíbet, la Academia de Arqueología de Shaanxi y la Universidad del Noroeste. Así, el equipo trabajó en ocho tumbas de la fase I del cementerio (ca. 3600-3000 BP), donde se recogieron 34 muestras de sedimento, 12 de ellas procedentes de vasijas cerámicas.
Gracias a un cribado en seco de 11 litros de sedimento, los investigadores recuperaron restos vegetales carbonizados. El material vegetal apareció en la vasija nº 8, donde se localizaron dos granos, 24 segmentos de raquis (la raspa de la espiga) y un pequeño grano de gramínea silvestre.
Uno de los granos pudo datarse directamente mediante espectrometría de masas con acelerador (AMS). El análisis proporcionó un rango calibrado de entre 1505 y 1397 a.C. (95,4 %), es decir, hace unos 3.500 años.

La cebada más antigua del Tíbet occidental
Los restos corresponden inequívocamente a cebada desnuda de seis hileras (Hordeum vulgare L. subsp. vulgare var. coeleste). El raquis presenta la característica trifurcación y los receptáculos de las flores típicas de esta variedad, mientras que el grano —de 6,98 mm de largo y 4,17 mm de ancho— carece de la sección angular propia de la cebada con cubierta.
Este hallazgo adelanta la presencia de cebada en el Tíbet occidental. Hasta ahora, las evidencias más antiguas se concentraban en Qinghai (4000-3600 AP) y en el Tíbet central (post-3400 AP). De este modo, Gepa Serul se ha convertido en el registro más temprano de cebada en el occidente tibetano, casi contemporáneo a las primeras pruebas en Qinghai. El contexto material, además, ha confirmado que se trataba de una comunidad inmersa en la Edad del Metal tibetana (ca. II milenio a.C. - inicios de nuestra era), como indican los artefactos de cobre recuperados.

Hipótesis sobre la dispersión de la cebada
El hallazgo plantea la cuestión de cómo llegó esta variedad de cebada hasta un entorno geográfico tan extremo. Los investigadores han propuesto dos posibles rutas.
Una primera hipótesis apunta al valle del Indo. La cebada podría haber ascendido desde las llanuras del Indo a través de los valles fluviales del Himalaya, en particular sigiendo el curso del Sutlej. Este modelo interpretativo sugiere una migración paulatina de los agricultores, que habrían experimentado con la adaptación de la planta a altitudes crecientes.
Una segunda hipótesis sugiere la penetración del cereal a través del corredor montañoso centroasiático. La cebada podría haber llegado desde el noroeste a través del corredor de Wakhan y la región de Kashgar, siguiendo las rutas de la actual carretera nacional 219. En este escenario, la dispersión se habría producido mediante intercambios de larga distancia más que por asentamientos directos.
Según los investigadores, la presencia de una gramínea acompañante (Bromus cf. ramosus), típica de las altas montañas de Asia central y el Himalaya, parece apoyar la segunda hipótesis, vinculada al comercio interregional.

Un paisaje de contactos y globalización temprana
El análisis de otros materiales del yacimiento de Gepa Serul indica conexiones de largo alcance. Así, algunas cuentas de fayenza halladas en el lugar podrían proceder de Egipto, mientras que ciertos objetos metálicos se relacionan con producciones del norte del Mustang, en Nepal.
Asimismo, estudios antropológicos sobre los restos humanos muestran afinidades tanto con las poblaciones de Asia oriental como con influencias genéticas europeas, lo que sugiere una compleja interacción de comunidades humanas en la región. Todo ello encaja con la hipótesis de un intenso comercio transregional, en el que la cebada habría formado parte de la circulación de un conjunto más amplio de bienes y saberes.

Agricultura a casi 4.000 metros de altura
El descubrimiento de Gepa Serul obliga a replantear el papel del Tíbet occidental en la prehistoria de Asia. Que hace 3.500 años, en plena Edad del Bronce, ya se cultivara cebada en cotas cercanas a los 4.000 metros constituye un hito en la adaptación agrícola al medio extremo.
Más allá de lo agronómico, la investigación muestra que Ngari fue un nodo en las redes de contacto que unieron Asia meridional, central y oriental. Según los estudiosos, antes del surgimiento de los reinos tibetanos históricos, ya existía un tejido de intercambios que permitió la introducción de cultivos, tecnologías y objetos exóticos.
Referencias
- Tang, L., S. Wangdue, L. Xi et al. 2025. "Early evidence of naked barley in western Tibet: cereal cultivation at extreme altitude along the upper Sutlej River, c. 3500 BP". Antiquity, 99(404): 392-406. DOI: 10.15184/aqy.2024.227
 
	
			 
						 
	
	 
	
	 
	
	