El ocaso de los dinosaurios: del reinado mesozoico al amanecer de los mamíferos

Hace 66 millones de años, un impacto cósmico y una Tierra convulsionada acabaron con los dinosaurios y marcaron el inicio del dominio de los mamíferos.
Restos fósiles del hadrosaurio Arenysaurus, procedentes del yacimiento Blasi 3 del Cretácico Superior de Arén (Huesca, España). Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza.
Restos fósiles del hadrosaurio Arenysaurus, procedentes del yacimiento Blasi 3 del Cretácico Superior de Arén (Huesca, España). Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Diego Castanera Andrés.

En el largo periodo de tiempo del Mesozoico (entre unos 252 y 66 Ma) los dinosaurios evolucionaron y adquirieron una gran diversidad, dominando la Tierra durante más de 160 millones de años. Sin embargo, hace 66 Ma todos los grupos de dinosaurios, a excepción de las aves, desaparecieron en la última gran extinción que muestra el registro fósil: la extinción Cretácico-Paleógeno (o límite K/Pg, tal y como se conoce en las publicaciones científicas), cuyo límite marca el final del Mesozoico (era dominada por los reptiles) y el inicio del Cenozoico (era dominada por los mamíferos).

La desaparición de los dinosaurios constituye, posiblemente, uno de los aspectos que más fascina del mundo de la paleontología, pero también que más debate científico ha generado. Se hace complicado pensar cómo un grupo de animales que fueron «los reyes» de los ecosistemas terrestres durante tantos millones de años pudieron desaparecer repentinamente de la faz de la Tierra. Sin embargo, los dinosaurios no fueron los únicos… De hecho, se estima que se extinguieron algo más de un 75 % de las especies, incluyendo pterosaurios (reptiles voladores), reptiles marinos, ammonites, etc. Otros grupos terrestres, como mamíferos, cocodrilos, tortugas o las aves también se vieron afectados, pero sobrevivieron y han perdurado hasta nuestros días. Entonces ¿qué les ocurrió a los dinosaurios? Esta pregunta, aparentemente simple, ha sido y sigue siendo un reto para los paleontólogos, que tratan de dar respuesta a una de las catástrofes más importantes de la historia de nuestro planeta. Y fue realmente una catástrofe, ya que la extinción de los dinosaurios coincide en el tiempo con el desarrollo de varias perturbaciones ambientales, a escala planetaria, que desestabilizaron los ecosistemas y que, sin duda, fueron determinantes en su desaparición.

Teorías de la extinción: ¿impacto de asteroides? ¿actividad volcánica? ¿cambios climáticos?

En la historia de la Tierra se conocen diversas extinciones con grandes pérdidas de biodiversidad. Cinco de ellas, conocidas como las «Big Five», destacan sobre el resto como consecuencia de la alta tasa de desaparición de especies, siendo la del límite Cretácico-Paleógeno la que acabó con los dinosaurios no avianos. Se han propuesto múltiples teorías para explicar esta extinción, pero dos son las más aceptadas: 1) una extinción catastrófica, instantánea y abrupta a escala geológica, como consecuencia de un impacto extraterrestre; 2) una extinción más gradual, en donde los dinosaurios comenzaron un declive progresivo, producido por un largo periodo de intenso vulcanismo y cambios ambientales que duró varios millones de años.

Reconstrucción escultórica del hadrosaurio Arenysaurus en el yacimiento de icnitas Areny 1, del Cretácico Superior de Arén, localizado en Huesca (Aragón).
Reconstrucción escultórica del hadrosaurio Arenysaurus en el yacimiento de icnitas Areny 1, del Cretácico Superior de Arén, localizado en Huesca (Aragón). Diego Castanera Andrés.

Desde los años 80 se ha ido documentando en diferentes partes del mundo que, en las rocas del final del Cretácico donde se encuentra el límite K/Pg, existe un nivel de arcilla con altos niveles de iridio y de otros elementos anómalos en la corteza terrestre. Estas anomalías apuntaban a un origen extraterrestre de estos materiales y se relacionaron con el impacto de un meteorito. Posteriormente, se encontró la evidencia de dicho impacto y hoy sabemos que un meteorito de unos 10 km de diámetro cayó en la actual península de Yucatán, en México, y formó un cráter de unos 180-200 km de ancho, conocido como el cráter de Chicxulub. Las dimensiones de este bólido eran tan grandes que causaron uno de los mayores impactos extraterrestres que ha recibido la Tierra en los últimos 500 millones de años.

Los efectos tras la caída del meteorito fueron devastadores: tsunamis, intensos terremotos, incendios y lluvia ácida provocada por las altas cantidades de sulfuro y de otros compuestos en forma de aerosoles que se liberaron a la atmósfera. También, otro efecto derivado fue el aumento del contenido de polvo en suspensión, que provocó un oscurecimiento atmosférico casi total con la consecuente supresión de la fotosíntesis y la caída drástica de las temperaturas. Desde luego, con este panorama… ¡las condiciones para habitar el planeta no serían las mejores! Además, al final del Cretácico se produjo un intenso vulcanismo, especialmente en la zona centro-oeste de la India, conocido como el evento de las Traps del Decán. Esta actividad volcánica, mucho mayor que la que estamos acostumbrados a ver actualmente, se prolongó durante millones de años, expulsando miles de kilómetros cúbicos de material volcánico en diferentes fases. A pesar de las dificultades en la datación de las rocas, se estima que una de estas fases comenzó cercana al límite K/Pg y continuó durante el Paleógeno, en el inicio de la era Cenozoica.

Al final del Cretácico también se produjeron importantes variaciones del nivel del mar. Hace unos 80 Ma, este se encontraba unos 50-70 m por encima del nivel actual y, posteriormente, se produjo un descenso prolongado. Otros cambios ambientales documentados se dieron en la temperatura, con un enfriamiento a largo plazo coincidente con un descenso de los niveles de CO2.

Como hemos visto, el final del Cretácico se caracterizó por cambios ambientales considerables debidos, principalmente, a la caída de un meteorito y a un vulcanismo excepcional. Así, muchos de los debates científicos en estos últimos años han girado en torno a cuál fue el causante de la extinción.

¿Qué nos dice el registro fósil de los dinosaurios sobre su extinción?

Para poder entender por qué los dinosaurios desaparecieron es importante conocer el registro fósil en la última parte del Cretácico, resaltando que este no es ni mucho menos completo. La mayoría de los estudios sobre este tema proceden del Oeste de Norteamérica, que se considera la mejor zona del mundo para el estudio del intervalo temporal previo a la extinción. Esto es debido a que allí, las rocas del Cretácico Superior representan toda la historia ocurrida en una única región en los últimos 15 Ma antes del límite. Además, esta zona muestra una serie continua de sedimentos desde el final del Cretácico al Paleoceno, donde ya no se encuentran restos de dinosaurios, indicando que, al menos de manera local, estos no sobrevivieron a los sucesos del límite K/Pg.

En los últimos años, otra de las zonas geográficas donde se están realizando grandes descubrimientos en relación a las faunas continentales de finales del Cretácico es precisamente en el norte de España, concretamente en la zona del Pirineo aragonés y catalán. Allí, afloran rocas con una edad de unos 66-67 Ma, muy próximas temporalmente al límite K/Pg.

En concreto, se han documentado unos 150 yacimientos con dinosaurios y otros vertebrados, en donde los hadrosaurios (ornitópodos con «pico de pato»), como el Arenysaurus o el Pararhabdodon, son los más abundantes. Entre los otros grupos de dinosaurios destacan el saurópodo Abditosaurus y el terópodo Tamarro. Este gran número de yacimientos y de restos fósiles, su comparación con otras áreas de Europa y los continuos descubrimientos que se están realizando, nos indican que al final del Cretácico, las comunidades de vertebrados eran prósperas y su desaparición fue abrupta desde una perspectiva del tiempo geológico.

La fotografía de arriba es una vista de los espectaculares afloramientos de las rocas de finales del Cretácico Superior del Pirineo en Isona, en la provincia de Lleida (Cataluña), lugar en el que se encuentran una gran variedad de fósiles de dinosaurios.
La fotografía de arriba es una vista de los espectaculares afloramientos de las rocas de finales del Cretácico Superior del Pirineo en Isona, en la provincia de Lleida (Cataluña), lugar en el que se encuentran una gran variedad de fósiles de dinosaurios. Diego Castanera Andrés.

Evidencias científicas y debates actuales

Históricamente, los estudios realizados en relación a la extinción de los dinosaurios en el límite K/Pg en Norteamérica mostraban un contaje del número total de especies durante las edades conocidas como Campaniense (entre 83 y 72 Ma) y Maastrichtiense (entre 72 y 66 Ma), observándose un descenso en la biodiversidad entre ambas. Sin embargo, algunos autores argumentaban que estos datos no debían tomarse al pie de la letra, ya que podían ser una consecuencia de la falta de muestreo. Este hecho se produce debido a que las rocas de edad Campaniense cuentan con una mayor cantidad de afloramientos (lugares con roca visible en la superficie del terreno) y por ello, los paleontólogos han encontrado más fósiles y más yacimientos que en las de edad Maastrichtiense, con menos afloramientos presentes. Además, hay que tener en cuenta el hecho de que no todas las rocas tienen el mismo potencial para conservar fósiles, por lo que dependiendo de su composición y origen puede ser difícil encontrar restos de estos animales en algunas de ellas.

No obstante, estudios recientes están aplicando distintas metodologías para intentar minimizar y corregir estos sesgos en la lectura del registro fósil que pueden hacer variar las estimaciones de la biodiversidad. Tras su aplicación, algunos autores indican que a largo plazo no se aprecia un declive en la biodiversidad de dinosaurios antes de la extinción. Así, consideran que la mayoría de las especies vivieron hasta bien cerca del límite, por lo que la extinción habría sido abrupta y el rol del impacto meteorítico habría jugado un papel fundamental. Al contrario, otros autores sostienen que hubo un declive de biodiversidad durante los últimos millones de años antes del límite, y relacionan esta disminución con un enfriamiento global y con los cambios ambientales mencionados anteriormente.

Los últimos estudios han concluido, en base a modelizaciones climáticas y ecológicas, que el impacto meteorítico tuvo una clara relación causa-efecto con la extinción. Así, los modelos indican que el invierno prolongado producido por el impacto meteorítico tuvo drásticas consecuencias en las condiciones de los hábitats, a diferencia de lo ocurrido con el vulcanismo. Estas investigaciones también sugieren que las emanaciones volcánicas podrían haber influido en la recuperación de los ecosistemas tras el impacto meteorítico, ya que habrían mitigado el enfriamiento prolongado gracias al efecto invernadero provocado por la acumulación de gases en la atmósfera.

A pesar de las discrepancias en los resultados científicos, como consecuencia de las distintas metodologías utilizadas y de las dificultades en la lectura del registro fósil ya mencionadas, se han realizado grandes avances en el estudio de los eventos del límite K/Pg. Sin embargo, hay que destacar que aún queda mucho trabajo paleontológico por hacer, especialmente en otras zonas fuera de Norteamérica, para poder aportar nuevos datos a este intenso e interesante debate sobre la extinción de los dinosaurios.

Réplica del esqueleto de Tyrannosaurus rex, uno de los últimos dinosaurios del Cretácico Superior que habitó en Norteamérica. Museo Aragonés de Paleontología en Dinópolis en Teruel (Aragón).
Réplica del esqueleto de Tyrannosaurus rex, uno de los últimos dinosaurios del Cretácico Superior que habitó en Norteamérica. Museo Aragonés de Paleontología en Dinópolis en Teruel (Aragón). Diego Castanera Andrés.

Consecuencias de la extinción en la biodiversidad global

El límite K/Pg marca claramente el dramático final de un mundo terrestre dominado por los dinosaurios, que abrió paso a un mundo que ha estado dominado por los mamíferos durante los últimos 66 Ma. Tras la extinción de los «lagartos terribles», muchos de los nichos ecológicos existentes hasta entonces quedaron «vacíos» y los mamíferos tuvieron la oportunidad de ocuparlos.

A pesar de que los mamíferos también fueron muy afectados por la extinción, algunas especies sobrevivieron y fueron capaces de proliferar de forma muy rápida y en un corto periodo de tiempo. Pero ¿qué tenían los mamíferos que les permitió no solo sobrevivir, sino además extenderse y llegar a dominar los ecosistemas terrestres? Sin duda, se trataría de algún aspecto biológico que los dinosaurios no poseían. Se han sugerido algunas adaptaciones, como la endotermia (sangre caliente), un mayor cuidado parental, cerebros más grandes, la complejidad de las denticiones (relacionadas con la dieta) o la alimentación nocturna, como características que pudieron ayudar a los mamíferos a sobrevivir y diversificarse.

Un factor diferencial es el tamaño, ya que muchas especies de dinosaurios eran muy grandes en comparación con los mamíferos, aunque también hubo especies de pequeños dinosaurios que se extinguieron. Además, otros grupos de vertebrados terrestres como cocodrilos y tortugas, que fueron menos afectados por la extinción, o las propias aves, que también presentan algunas de las adaptaciones mencionadas, no se diversificaron como los mamíferos y su colonización de los nuevos nichos fue mucho más lenta y limitada. Así, la adaptabilidad de los mamíferos a los cambios ambientales tras el impacto, y no el hecho en sí de que sobrevivieran a este, fue la clave para su posterior éxito. Por otro lado, la falta de adaptabilidad de los dinosaurios (con excepción de las aves) a los cambios ambientales abruptos que se produjeron fue fundamental para su extinción y para que en la actualidad solo podamos saber de ellos a través de sus fósiles, que tanto interés generan.

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