La erupción del Vesubio en el año 79 d. C. destruyó varias de las ciudades romanas que dormían a sus pies. Pompeya es, sin duda, la más famosa por su extensión y la magnitud de los hallazgos arqueológicos que ha proporcionado desde su descubrimiento, pero esto no desmerece la importancia de yacimientos cercanos como el de Herculano. Entre los restos carbonizados de la antigua costa, los arqueólogos hicieron un hallazgo excepcional: un pequeño barco de madera varado en la playa. El nuevo estudio de reconstrucción digital permite comprender como nunca antes la forma, las características y la vida material de esta embarcación atrapada en plena catástrofe volcánica. Su excelente conservación, que se produjo gracias a los flujos piroclásticos y los depósitos de lodo volcánico que la sellaron con rapidez, convierte a esta nave en una de las mejor preservadas del Mediterráneo romano.
Un hallazgo único: la embarcación atrapada en plena huida
Cuando se excavó en 1982, el barco yacía volcado sobre la arena, apenas a unos metros de los más de 300 cuerpos que se encontraron en los cobertizos abiertos al mar. La escena revelaba un dramático intento de fuga, congelado para siempre bajo más de veinte metros de depósitos volcánicos.
El análisis estratigráfico demostró que la embarcación no estaba en el agua en el momento de la erupción, sino en la orilla. Los estudiosos suponen que fue arrastrada por la primera oleada de materiales en un primer momento. Después, los sucesivos flujos ardientes, que alcanzaron temperaturas superiores a los 400 °C, la habrían cubierto. Las deformaciones que presentaba la madera (torsiones, fracturas y desplazamientos de piezas enteras) fueron el resultado directo de este proceso catastrófico.

La difícil tarea de rescatar una nave de madera carbonizada
Tras el descubrimiento, el equipo de restauración tuvo que estabilizar la embarcación antes de moverla. Para ello, se aplicaron capas de papel japonés, silicona y una rígida cáscara de fibra de vidrio que permitieron voltear la nave para vaciar su interior. Este cuidadoso proceso evitó que la estructura colapsara y posibilitó el estudio de la cara interna del casco.
El barco se transportó a la sección museística del Antiquarium del yacimiento y, ya en la década de 2000, se sometió a un nuevo programa de conservación. En esta nueva fase de intervención, se retiró el revestimiento de fibra, se limpió el interior, se consolidó la madera y se preparó la embarcación para su exhibición.

Richard Steffy y las primeras interpretaciones del casco
El pionero de la arqueología naval Richard Steffy fue el primero en documentar el barco nada más descubrirse. Sus mediciones, centradas en el exterior del casco, indicaban una longitud conservada de 7,8 m y una anchura máxima de 2,2 m. Steffy sugirió que se trataba de una embarcación de remos cuya construcción seguía el sistema mediterráneo de shell-first o “casco primero”, basado en un cuidadoso ensamblaje de tablas unidas por espigas. Con todo, aunque su trabajo resultó esencial, las enormes deformaciones sufridas por la estructura le impidieron reconstruir adecuadamente las líneas originales del casco.
Fotogrametría 3D: cómo recuperar digitalmente un barco destruido por el Vesubio
En 2019, se inició un nuevo programa de estudio de labarca basado en la fotogrametría digital y el escaneo láser. Este procedimiento permitió generar modelos tridimensionales de altísima resolución del interior y el exterior, así como de las piezas desprendidas. El análisis digital ofreció la posibilidad única de deshacer y enderezar de forma virtual las torsiones de la madera provocadas por la erupción, recolocar elementos desplazados y reconstruir el perfil del barco con gran precisión. A partir de estos modelos, los investigadores definieron las áreas con distintos tipos de distorsión (rotaciones, desplazamientos laterales, hundimientos locales, etc.) y aplicaron correcciones matemáticas para aproximarse al contorno original de la nave.

Anatomía de la embarcación: una pequeña nave de remos del Mediterráneo romano
El estudio ha revelado, una vez reconstruido digitalmente, que el barco tenía 9,87 m de eslora, 2,03 m de manga y 1,53 m de calado. Se trataba de una embarcación de casco ligero, borda baja y líneas estrechas, adecuada para la navegación costera y las maniobras rápidas en puertos o bahías.
La quilla, de una sola pieza, llevaba un falso quillote clavado con espigas de madera. Las tablas del casco, de entre 2 y 2,7 cm de grosor, seguían un sistema típico de la construcción naval romana y se unían mediante espigas de madera fijadas con pernos. El casco incorporaba ocho tracas de tablazón por babor y siete por estribor, además de numerosas reparaciones antiguas visibles en forma de espigas adicionales e inserciones de madera. Los marcos internos, resultado de combinar cuadernas completas y medias cuadernas, contribuían a dar compactibilidad al casco.
En la parte superior del casco, la nave aún conservaba los característicos escálamos para los remos. Las tres posiciones de remo por cada banda muestran que la embarcación era impulsada por al menos seis remeros, quienes se habrían sentado en bancos que hoy han desaparecido. El análisis del desgaste en los escálamos, por su parte, indica un uso continuo de la embarcación. También ha permitido deducir la dirección de avance respecto a la parte conservada, un dato crucial para identificar la proa y la popa.

Reconstruir lo que falta: bancos, cubiertas y maniobra
Dado que la embarcación habría sido demasiado frágil sin elementos internos adicionales, los investigadores incluyeron en el modelo digital bancos para los remeros y pequeñas cubiertas en proa y popa, siguiendo los paralelos iconográficos documentados en frescos romanos. La reconstrucción integra así tanto los datos arqueológicos verificables como las comparaciones con otras embarcaciones coetáneas para lograr un modelo coherente.
Las dimensiones, el número de remeros previstos, la ligereza del casco y la ausencia de un mástil sugieren que se trataba de un bote auxiliar, probablemente empleado para los desplazamientos cortos, las labores portuarias o el transporte de personas en la costa. Es posible que la embarcación participara en intentos de evacuación durante la erupción, como sugiere la presencia de un soldado armado hallado junto a los restos.

El barco que sobrevivió a un infierno de fuego y agua
La reconstrucción digital del barco de Herculano marca un hito en la arqueología naval romana. Por primera vez, podemos visualizar con detalle una de las pocas embarcaciones conservadas de la antigüedad romana que sobrevivió a un desastre volcánico. Gracias a la fotogrametría, la modelización 3D y el análisis estructural, el barco ha recuperado tanto su forma como su voz histórica.
Referencias
- Zazzaro, Chiara, et al. 2025. "The digital reconstruction of the Herculaneum boat (79 CE)". International Journal of Nautical Archaeology: 1-22. DOI: https://doi.org/10.1080/10572414.2025.2493053