Los animales nunca dejan de sorprendernos. Más allá de los que vemos a diario, existen criaturas que rompen récords imposibles: el corazón de una ballena azul late tan fuerte que puede escucharse a más de 3 kilómetros de distancia, mientras que un colibrí mueve sus alas hasta 80 veces por segundo para mantenerse suspendido en el aire.
La naturaleza es también un escenario de rarezas. Algunas especies pueden regenerar partes de su cuerpo, como la estrella de mar; otras son capaces de vivir en condiciones extremas, como los tardígrados, esos diminutos seres microscópicos que han sobrevivido incluso en el espacio exterior. Y no faltan animales con comportamientos dignos de ciencia ficción: pulpos que utilizan herramientas, delfines que se comunican con “nombres propios” o cuervos capaces de resolver problemas matemáticos simples.
En el mundo animal encontramos también auténticos campeones de resistencia. El guepardo puede alcanzar 100 km/h en apenas unos segundos, pero el halcón peregrino lo supera en velocidad al lanzarse en picado. Y mientras algunos murciélagos viven más de 30 años, las efímeras apenas sobreviven un solo día.
La ciencia estudia todos estos casos para comprender mejor la evolución y, en muchos casos, inspirar nuevas tecnologías. El vuelo de los insectos, la piel de los tiburones o la visión de las mantis marinas han servido de base para avances en ingeniería y medicina.
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