Descubren en los Andes de Perú un marsupial diminuto de 10 cm con ‘antifaz’ natural: vivía oculto desde hace siglos en los bosques de los Chachapoya

Un pequeño marsupial descubierto en el Parque Nacional del Río Abiseo sorprende a los científicos y amplía la lista de especies únicas de los Andes.
Descubren en un remoto bosque de niebla peruano una especie inédita de marsupial
Descubren en un remoto bosque de niebla peruano una especie inédita de marsupial. Foto: Pedro Peloso

En las montañas húmedas y enigmáticas del Parque Nacional del Río Abiseo, en el norte del Perú, un hallazgo inesperado ha vuelto a poner de relieve la riqueza biológica de los Andes. Lo que comenzó como una expedición en busca de un esquivo roedor terminó con el descubrimiento de una especie completamente nueva de marsupial: Marmosa chachapoya, un diminuto y sorprendente ratón colicorto que, con apenas diez centímetros de cuerpo y un rostro enmarcado por un antifaz natural de pelaje oscuro, se convierte ya en uno de los protagonistas de la ciencia latinoamericana en 2025.

El estudio, publicado en la revista American Museum Novitates por un equipo internacional liderado por la bióloga Silvia Pavan, describe con rigor científico las características genéticas y morfológicas de este pequeño mamífero. Pero más allá de las mediciones, secuencias de ADN y comparaciones anatómicas, el descubrimiento nos habla de cómo la naturaleza, incluso en pleno siglo XXI, sigue guardando secretos en los rincones menos explorados.

Un hallazgo fruto del azar científico

La historia comienza en agosto de 2018, cuando el equipo de investigadores llegó a un yacimiento arqueológico en el sector conocido como La Playa, a más de 2.600 metros de altitud en la vertiente oriental de los Andes. Su objetivo inicial era rastrear señales de una misteriosa ardilla reportada en la zona. En lugar de ella, lo que cayó en una trampa de muestreo fue un marsupial desconocido.

A simple vista, el animal llamó la atención por su hocico alargado, su cuerpo esbelto y su pelaje de tonos rojizos con un vientre que parecía teñido de cobre claro. La característica más llamativa, sin embargo, estaba en su rostro: unas franjas oscuras que le daban la apariencia de llevar una máscara, como si la propia evolución lo hubiera disfrazado de bandido diminuto de los bosques nublados.

No fue hasta años después, tras intensos análisis genéticos y la comparación con decenas de ejemplares depositados en museos de todo el mundo, que los científicos confirmaron que estaban frente a una especie jamás descrita.

El linaje oculto de los ratones colicortos

El género Marmosa es el más diverso entre los marsupiales americanos. Incluye decenas de especies distribuidas desde México hasta Argentina, muchas de ellas adaptadas a hábitats muy distintos: selvas tropicales, sabanas, e incluso zonas semiáridas. Dentro de este género, Marmosa chachapoya pertenece al subgrupo Stegomarmosa, al que hasta ahora solo se reconocían dos especies: M. lepida y M. andersoni.

Una nueva especie de marsupial salió a la luz en los apartados bosques nublados del Perú
Una nueva especie de marsupial salió a la luz en los apartados bosques nublados del Perú. Foto: Pedro Peloso

El análisis de ADN mitocondrial y nuclear del ejemplar hallado en Abiseo mostró una divergencia genética notable respecto a sus parientes más cercanos, una diferencia suficiente como para considerarlo una especie nueva. Pero lo que terminó de consolidar la propuesta fueron sus rasgos físicos singulares: un hocico más largo y estrecho que el de sus congéneres, ausencia de procesos postorbitales en el cráneo, y unos curiosos espacios entre los dientes caninos y premolares.

Estas diferencias, aunque minúsculas a simple vista, son el tipo de señales que los mastozoólogos buscan para entender cómo la evolución ha ido moldeando a cada linaje.

Un vecino inesperado de los Chachapoya

El nombre elegido, Marmosa chachapoya, rinde homenaje a la cultura que dominó estas montañas entre los siglos IX y XV, antes de ser incorporada al Imperio inca. Los llamados “guerreros de las nubes” levantaron fortalezas en las cumbres y dejaron un legado arqueológico que hoy convive con la biodiversidad de un parque nacional catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Que el nuevo marsupial haya aparecido precisamente en este entorno subraya la interconexión entre historia natural y cultural de la región. El mismo bosque que cobijó a las comunidades precolombinas aún guarda secretos que la ciencia moderna apenas comienza a revelar.

La paradoja de lo invisible

Aunque resulte difícil de creer, toda la información disponible sobre Marmosa chachapoya proviene de un único ejemplar. Ese joven adulto, preservado como piel, esqueleto y tejidos en el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, es hasta ahora la única ventana que tenemos hacia la biología de la especie.

No sabemos cómo se comporta, qué come con exactitud, ni cómo organiza su vida social. Tampoco se conoce su área de distribución real: podría ser endémico de una pequeña franja de bosque nublado, o extenderse a lo largo de toda la vertiente oriental andina entre los ríos Marañón y Huallaga. El hecho de que no se haya vuelto a capturar otro ejemplar desde 2018 habla tanto de su posible rareza como de la dificultad de trabajar en ecosistemas montanos de acceso casi imposible.

Este vacío de conocimiento es, al mismo tiempo, una oportunidad y una alarma. Oportunidad porque abre la puerta a nuevas expediciones científicas; alarma porque una especie no documentada corre el riesgo de desaparecer antes de que podamos siquiera comprenderla.

El hallazgo de Marmosa chachapoya no es un hecho aislado. En los últimos años, este parque nacional se ha consolidado como un auténtico laboratorio natural donde emergen especies inéditas. Allí se han descrito nuevos roedores, anfibios y reptiles, e incluso se sospecha de la existencia de un extraño roedor semiacuático aún sin nombre oficial.

La riqueza biológica del área se debe en parte a su geografía: un mosaico de bosques montanos, quebradas profundas y zonas de transición que favorecen la evolución de linajes únicos. Pero también a su aislamiento, que durante décadas limitó el acceso humano y, en consecuencia, permitió la conservación de ecosistemas intactos.

Un guardián diminuto de los bosques nublados

Marmosa chachapoya es, en definitiva, una especie símbolo: pequeña, discreta y casi invisible, pero con un valor incalculable para la ciencia y la conservación. Su antifaz natural parece recordarnos que, incluso cuando creemos haber cartografiado todo, la naturaleza guarda ases bajo la manga.

En las nubes de los Andes, donde arqueología y biología se entrelazan, un marsupial de apenas diez centímetros acaba de recordarnos que el planeta aún está lleno de misterios por descubrir.

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