Nueva investigación desmonta 20 años de ideas sobre uno de los depredadores más temibles de la historia: así cazaba realmente el coloso del Devónico Dunkleosteus terrelli

Un nuevo análisis anatómico obliga a replantear cómo cazaba uno de los grandes depredadores prehistóricos, cambiando por completo la visión aceptada durante dos décadas.
así cazaba realmente el depredador más temido del Devónico
Así cazaba realmente el depredador más temido del Devónico. Representación con IA. Fuente: Sora / Edgary Rodríguez R.

Durante décadas, la imagen de Dunkleosteus terrelli —un gigantesco pez blindado que dominó los mares hace 360 millones de años— parecía resuelta. Su fama se extendió en documentales y museos como la del “aspirador” más brutal del Devónico: un monstruo que engullía presas al estilo de un pez óseo moderno. Ahora, un estudio internacional publicado en The Anatomical Record cambia la historia desde la raíz. La anatomía real de Dunkleosteus revela que no era un succionador, sino un cazador que cortaba y destrozaba a sus presas con mandíbulas de cuchilla.

Los científicos habían defendido durante años que este pez gigante generaba potentes corrientes de succión para atrapar animales en fracciones de segundo, una idea basada en modelos biomecánicos realizados en 2007 y 2009. El problema es que esos modelos partían de suposiciones anatómicas incorrectas, porque muchos huesos y cartílagos clave no estaban bien descritos.

Contacto ventral ampliado del etmoides en los supragnatales anteriores de varios artródiros macropredadores, incluido Dunkleosteus terrelli, mostrando una adaptación clave para reforzar la mordida.

Créditos: The Anatomical Record
Contacto ventral ampliado del etmoides en los supragnatales anteriores de varios artródiros macropredadores, incluido Dunkleosteus terrelli, mostrando una adaptación clave para reforzar la mordida. Créditos: The Anatomical Record

Lo que creíamos saber… y lo que realmente muestran los fósiles

El nuevo estudio, realizado por investigadores de Estados Unidos, Australia, Reino Unido y Rusia, revisó materiales excepcionales conservados en 3D en el Museo de Historia Natural de Cleveland, donde se guardan varios ejemplares casi completos.

La sorpresa llegó al identificar numerosos cartílagos nunca antes reconocidos en el cráneo y las mandíbulas. Estas estructuras blandas, que rara vez fosilizan, cambiaron por completo la interpretación del sistema muscular del animal. En lugar de anclarse en el techo óseo del cráneo —como se había asumido— los principales músculos de cierre de la mandíbula se unían a grandes cartílagos internos, lo que modificaba totalmente el funcionamiento del aparato oral.

Con esta nueva información, los investigadores dieron un giro al relato: la anatomía de Dunkleosteus no encaja en absoluto con la succión. Su cráneo, sus músculos y sus mandíbulas contaban una historia distinta, una que apunta a un estilo de caza directo y agresivo.

Las mandíbulas de cuchilla que no dejaban lugar a la duda

Cuando los autores reexaminaron los huesos gnathales —las placas que hacen de dientes— quedó claro que Dunkleosteus no estaba diseñado para absorber pequeñas presas. Sus odontoides eran colmillos óseos afilados y sus bordes funcionaban como auténticas cuchillas, preparados para cortar tejidos gruesos y fragmentar cuerpos grandes. Esto se parece más a la dentición de un depredador que trocea a su presa que a la de un pez que la aspira.

Otra pieza clave llegó del análisis de la sínfisis mandibular, el punto donde se unen las dos mitades de la mandíbula. En muchos peces succionadores, esta zona es flexible para ampliar el volumen oral.

En Dunkleosteus, en cambio, era rígida y encajada como un bloque. Esa firmeza hacía imposible cualquier movimiento lateral o de expansión, lo que elimina la opción de una succión eficiente. Algunos ejemplares incluso muestran señales de fusión parcial, reforzando aún más la rigidez.

A esto se suma la propia boca: enorme, situada muy atrás en el cráneo y abierta hacia los lados. Una estructura así dificulta generar presión negativa, porque el agua se cuela por las comisuras. Los peces actuales con bocas grandes solucionan esto con complejos sellos de tejido o cartílago; Dunkleosteus no tenía ninguno de ellos, por lo que la succión simplemente no funcionaría.

Vista anterior del espécimen retrodeformado de Dunkleosteus terrelli (CMNH 6090), con escaneo 3D, corrección anatómica y reconstrucción muscular que revela la profundidad natural del surco suborbital.

Créditos: The Anatomical Record
Vista anterior del espécimen retrodeformado de Dunkleosteus terrelli (CMNH 6090), con escaneo 3D, corrección anatómica y reconstrucción muscular que revela la profundidad natural del surco suborbital. Créditos: The Anatomical Record

El papel del hábitat: un depredador de aguas abiertas no aspira, persigue

El entorno donde vivía este gigante también ayuda a entender su forma de cazar. El Cleveland Shale, la formación donde se conservan la mayoría de sus fósiles, representa un ambiente marino de aguas abiertas.

En estos espacios, los grandes depredadores que persiguen presas móviles —como tiburones y peces pelágicos actuales— son casi siempre ram feeders. La estrategia consiste en avanzar hacia la presa y atraparla con un golpe directo de mandíbula, no esperar a que la succión haga el trabajo.

El registro fósil refuerza esta idea. Hay marcas de mordiscos en otros animales grandes del Devónico, incluidos peces acorazados y tiburones tempranos, que encajan con el patrón de corte de Dunkleosteus. Un succionador debe tragar la presa entera, pero un depredador de ataque puede arrancar trozos y procesarlos en la boca, algo coherente con la anatomía de sus cuchillas óseas.

Los investigadores también revisaron el ángulo de apertura de la boca. Cálculos antiguos sugerían entre 22° y 45°. Con la anatomía corregida, la cifra real ronda los 65° de apertura, suficiente para capturar presas grandes y maniobrar mejor al cortar. Este ángulo amplio coincide con los depredadores modernos que combinan velocidad y procesamiento oral.

El músculo oculto que reescribe la mecánica de la mordida

Uno de los hallazgos más reveladores fue la gran ranura bajo el ojo, un surco que marca la presencia de un músculo mayor de lo que se pensaba. Este músculo, responsable del cierre de la mandíbula, se originaba en un cartílago frontal agrandado, no en el hueso del cráneo. Este simple cambio de punto de anclaje altera completamente la fuerza y la dirección del movimiento mandibular, afectando a cualquier cálculo de potencia.

Las reconstrucciones antiguas calculaban fuerzas comparables a las de tiburones blancos y cocodrilos modernos, pero lo hacían basándose en un sistema anatómico equivocado.

Ahora, con los puntos de origen actualizados, los autores advierten que esas cifras deben replantearse desde cero. Aún no se han publicado nuevos valores, pero está claro que la biomecánica previa no reflejaba cómo funcionaba realmente el animal.

Además, la mandíbula inferior muestra una articulación con dos superficies, una dorsal y otra lateral, diseñada para estabilidad, no para giro. Esto refuerza la idea de que la mordida de Dunkleosteus estaba optimizada para un cierre controlado y poderoso, más que para movimientos complejos asociados a la succión. Cada placa encajaba con precisión, formando un auténtico mecanismo de corte.

Modelos digitales del infragnátalo izquierdo de Dunkleosteus terrelli (CMNH 7054) con el mentomandibular reposicionado, mostrando su anatomía en múltiples vistas y el facetado sinfisario destacado en azul.

Créditos: The Anatomical Record
Modelos digitales del infragnátalo izquierdo de Dunkleosteus terrelli (CMNH 7054) con el mentomandibular reposicionado, mostrando su anatomía en múltiples vistas y el facetado sinfisario destacado en azul. Créditos: The Anatomical Record

Qué significa este hallazgo para la evolución de los primeros depredadores

Este trabajo no solo cambia lo que sabemos de Dunkleosteus; modifica cómo entendemos a los primeros vertebrados depredadores con mandíbulas. La presencia de grandes cartílagos, la musculatura redistribuida y la mandíbula rígida indican que la evolución del “corte” como estrategia alimentaria surgió muy temprano. El estudio muestra que varios linajes de peces acorazados desarrollaron mecanismos similares para cazar presas grandes, aunque lo hicieron de manera independiente.

También obliga a revisar cómo reconstruimos a otros placodermos cuyos fósiles están aplastados. Si Dunkleosteus ocultaba tanta anatomía blanda no reconocida, otros grupos podrían estar igualmente mal interpretados.

Los autores subrayan que, sin cartílagos preservados, parte del rompecabezas seguirá incompleto, especialmente en el aparato branquial, un elemento clave para entender del todo la mecánica de alimentación.

Aun así, el mensaje central es claro: Dunkleosteus no era un aspirador gigante, sino un depredador que atacaba de frente y cortaba con precisión quirúrgica. Esto cambia la imagen de los ecosistemas marinos del Devónico y nos obliga a reimaginar cómo funcionaban los primeros grandes cazadores del planeta.

Referencias

  • Engelman, R. K., Carr, R. K., Trinajstic, K., Johanson, Z., & Lebedev, O. A. (2025). Functional anatomy, jaw mechanisms, and feeding behavior of Dunkleosteus terrelli (Placodermi, Arthrodira). The Anatomical Record. doi: 10.1002/ar.70075

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