¿Por qué a Tintín nunca le crece la barba?

El secreto de que tenga la misma estatura, idéntico rostro imberbe, el mismo flequillo sin canas… a pesar de haber alcanzado la edad adulta es bastante “traumático”.
¿Por qué a Tintín nunca la crece la barba?

El reportero más intrépido del comic mundial es, sin dudas, Tintín, con su inconfundible tupé y sus llamativos bombachos. Es llamativo que nada sepamos sobre su nombre, desconocemos si se trata de un apellido o, por el contrario, de un nombre de pila. Es más, carecemos de datos acerca de sus orígenes o su edad.

Tintín es un icono universal, detrás de cada viñeta y de cada personaje, encontramos referencias ideológicas, geografía, historia, flora, fauna, gastronomía, moda, medios de transporte…

El misterio de conservar la misma estatura, el rostro imberbe idéntico y el flequillo sin canas a pesar de haber alcanzado la edad adulta intriga a muchas personas. Foto: Le Petit Vingtième, Le Soir.

El inicio de sus aventuras comenzó el 10 de enero de 1929 cuando el suplemento infantil del diario belga “Le Vingtiéme Siecle” publicó por vez primera “Tintín en el país de los soviets”. En ella se narraba su incursión en Rusia, acompañado de su inseparable mascota. Precisamente este álbum fue la única vez en la que el corresponsal escribió un artículo periodístico.

La segunda aventura fue “Tintín en el Congo” (1930), a la que seguirían “Tintín en América” (1931), “Los cigarros del faraón” (1932) y “El Loto Azul” (1934), así hasta completar los treinta y cuatro álbumes.

Una pléyade de curiosos personajes

Junto a él viaja su perro Milú y toda una serie de personajes secundarios, entre los cuales se encuentran el malhumorado capitán Haddock, el profesor Tornasol y los detectives Hernández y Fernández, expertos agentes antinarcóticos. Todos ellos protagonizan en mayor o menor medida las más singulares aventuras, que han hecho las delicias de grandes y pequeños.

Para entender la magnitud del éxito del hijo del belga Hergé –pronunciación en francés de las iniciales de su nombre ordenadas al revés: R y G- se calcula que se han vendido más de doscientos millones de álbumes en más de sesenta idiomas.

A continuación, analizaremos algunos aspectos médicos de esta legión de personajes, los cuales, supongo, ya habrán sido detectados por los sagaces tintinófilos.

Problemas con el alcoholismo

Uno de los compañeros más entrañables es el eminentísimo profesor Silvestre Tornasol, prohombre de ciencia e insigne investigador. Es un sabio polivalente, que suma a sus conocimientos de radiestesia, los de ingeniería, química o electrónica. Desde el punto de vista médico destaca su sordera, la cual llevará a protagonizar algunas de las situaciones más hilarantes, por ejemplo, llegará a utilizar una pipa del capitán como trompetilla por error.

Por su parte, el capitán Haddock es un personaje colérico y arrebatado, viajero consumado y gran bebedor de whisky, de la marca Lomond; en ninguno de los cómics abandona su enolismo crónico, hasta el extremo de que en el 27% de las viñetas aparece relacionado con el alcohol.

En algunas ocasiones sufre cuadros de intoxicación etílica aguda e, incluso, un efecto antabús (efectos físicos desagradables tras la toma de alcohol), después de un diabólico invento del profesor Tornasol.

Hay que señalar que el inoportuno fox terrier no le va a la zaga y que, en alguna ocasión, llega a experimentar los efectos de la intoxicación aguda por alcohol.

Un problema muy traumático

Una de las cosas que más llama la atención al lector avezado es que el apolíneo periodista permanece siempre con el mismo aspecto juvenil. No se modifica un ápice desde el primer cómic cuando debía contar catorce años, con la última edición cuando ya debía ser sexagenario.

El paso del tiempo no hace mella en su aspecto, sigue siendo un adolescente imberbe, sin canas y sin ningún rasgo de desarrollo puberal, no tiene, por ejemplo, vello en el tórax. Tampoco se le conoce ningún devaneo sexual, ni muestra ninguna atracción hacia el sexo femenino. A esto hay que sumar que no aparece en ninguna viñeta oliendo, una acción que sí que llevan a cabo, por ejemplo, el capitán o los investigadores Hernández y Fernández, especialistas en pleonasmos y todo tipo de equívocos.

Así pues, es bastante probable que nuestro afamado reportero tenga una enfermedad que produce un déficit de la hormona de crecimiento y un hipogonadismo, al cual se asocia ausencia del sentido del olor (anosmia), lo que se conoce como síndrome de Kallman. Se trata, en síntesis, de una dolencia de la glándula hipofisaria.

Tintín en su inseparable y clásica motocicleta. Foto: Le Petit Vingtième, Le Soir.

Entre las múltiples causas de este síndrome se encuentran los traumatismos craneoencefálicos, una situación que no falta en los veintitrés libros. Tras un pequeño recuento, a lo largo de todas las viñetas tuvo un total de cuarenta y tres traumatismos craneales que se siguieron de pérdida de conciencia.

En este universo de traumatismos craneoencefálicos encontramos de todo, desde golpes con ladrillos, botellas, hielo, puñetazos y porrazos.

Así pues, es bastante probable que el eterno aspecto juvenil de Tintín sea debido a una enfermedad provocada por traumatismos craneoencefálicos.

Para finalizar, recordar que en cierta ocasión el presidente Charles De Gaulle dijo, según su ministro de Cultura, el escritor André Malraux: “Tintín es el único que puede hacerme la competencia”. Espero que los galos Asterix y Obelix no se ofendieran con este comentario.

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