La Revolución Francesa, iniciada en 1789, fue uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia moderna. Nació del descontento social por la desigualdad, la crisis económica y la influencia de las ideas ilustradas. Puso fin a la monarquía absoluta y dio paso a una nueva era marcada por los derechos ciudadanos y la política moderna.
El 14 de julio de 1789, la toma de la Bastilla se convirtió en símbolo del pueblo contra la tiranía. La Asamblea Nacional abolió los privilegios feudales y proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que inspiraría a generaciones posteriores.
Los años siguientes fueron convulsos: Luis XVI fue ejecutado en 1793, la guillotina se convirtió en emblema del Terror y figuras como Robespierre marcaron la política revolucionaria. Tras la inestabilidad, surgió Napoleón Bonaparte, que acabaría transformando Francia en un imperio y exportando los ideales revolucionarios a toda Europa.
La Revolución Francesa no solo cambió Francia, también encendió debates en todo el mundo sobre soberanía, igualdad y democracia.
