Los eventos en los que una estrella es destrozada por un agujero negro suelen dejar señales caóticas, difíciles de interpretar. Sin embargo, en uno de estos sucesos recientes, denominado AT2020afhd, ocurrió algo llamativo que animó a varios equipos científicos a seguirlo con especial atención. El brillo no solo variaba, sino que lo hacía siguiendo un ritmo estable que se repetía con regularidad. Para cualquiera que trabaje en astronomía de alta energía, esa estabilidad es una invitación directa a investigar qué mecanismo está operando alrededor del agujero negro. La pauta observada, repetida en escalas de días, fue el punto de partida de un resultado inesperado.
El estudio publicado en Science Advances describe de manera detallada cómo ese patrón permitió detectar, por primera vez, una precesión conjunta del disco y del chorro generados tras la destrucción de la estrella. En el propio artículo se explica que el evento presenta “variaciones cuasiperiódicas de 19,6 días en rayos X y en radio, con amplitudes en rayos X superiores a un orden de magnitud”. La presencia de variaciones tan marcadas y sincronizadas en dos señales diferentes llevó al equipo a examinar si la relatividad general estaba actuando de una forma que hasta ahora no había podido observarse de forma directa. Ese análisis abrió una vía nueva para estudiar cómo giran los agujeros negros y cómo afectan al entorno que los rodea.
Un evento extremo que reveló un comportamiento inusual
Los autores recuerdan que los eventos de disrupción por marea ocurren “cuando una estrella se acerca demasiado a un agujero negro supermasivo y es desgarrada por sus fuerzas de marea”. En ese proceso, los restos de la estrella forman un disco de acreción que se va calentando y emitiendo luz en varias longitudes de onda. En ocasiones, este tipo de eventos también produce chorros relativistas, estructuras estrechas que salen disparadas desde las cercanías del agujero negro. Esa combinación de disco y chorro es, precisamente, la que puede revelar cómo rotan estos objetos extremos.
En AT2020afhd, la evolución temporal del brillo no encajaba con los modelos habituales. Las variaciones eran demasiado regulares y demasiado parecidas entre sí. El paper señala que estas oscilaciones “sugieren un mecanismo compartido que regula ambas regiones emisoras”. La palabra clave en esa frase es “compartido”: indica que el disco y el chorro no se comportan por separado, sino que responden a un mismo origen físico. Esta coincidencia temporal fue una de las razones que animó al equipo a plantear que ambos estuvieran precesando de manera conjunta.
Ese tipo de movimiento no es arbitrario. La relatividad general predice que, cuando un objeto muy masivo y en rotación curva el espacio-tiempo, puede arrastrar consigo a la materia cercana. Este efecto, conocido como precesión de Lense-Thirring, se ha observado en otros contextos, pero nunca de forma tan clara y simultánea en un disco y un chorro de un TDE. La posibilidad de seguir la oscilación durante meses permitió caracterizarla con mucho más detalle de lo habitual.

Cómo se obtuvo la evidencia del movimiento conjunto
El comportamiento de AT2020afhd pudo estudiarse con una combinación de observaciones en rayos X, realizadas con el satélite Swift, y en radio, obtenidas con el Very Large Array. La amplitud de la señal en rayos X mostraba variaciones intensas, mientras que en radio se veía una oscilación más suave pero claramente relacionada. El estudio destaca que ambas curvas de luz presentan una periodicidad común cercana a 20 días, un resultado que no es sencillo de reproducir si las regiones emisoras funcionan de forma independiente. Esta coincidencia temporal fue determinante para el análisis posterior.
Los autores emplearon modelos basados en precesión relativista para comprobar si estas variaciones podían explicarse sin recurrir a mecanismos más exóticos. En el artículo se afirma que el modelo de precesión reproduce “con éxito las variaciones observadas” y que, para hacerlo, “requiere un agujero negro de bajo giro”. Esa conclusión es notable: indica que incluso un agujero negro que no gira de forma extrema puede inducir un arrastre del espacio-tiempo suficiente para generar un movimiento conjunto en el disco y el chorro. Este detalle añade una capa importante a la interpretación del fenómeno.
Además, el trabajo subraya que esta detección revela “una variabilidad en radio a corto plazo que no se había explorado antes en TDEs”. Gracias a la alta cadencia de los datos, fue posible distinguir fluctuaciones que habrían pasado desapercibidas en estudios previos. Este descubrimiento demuestra que un seguimiento más frecuente en radio puede ser fundamental para caracterizar fenómenos que hasta ahora se creían demasiado irregulares. La mejora en la cadencia de observación se convierte así en una herramienta clave para identificar nuevas dinámicas en estos eventos.
Qué implica este hallazgo para el estudio de los agujeros negros
La sincronización entre el disco y el chorro tiene implicaciones profundas. Por un lado, ayuda a comprender cómo se organizan los flujos de materia y energía alrededor de un agujero negro. Por otro, ofrece una forma indirecta de estimar la rotación del propio objeto. Según el artículo, el análisis indica que la señal observada encaja con la precesión inducida por un agujero negro cuya rotación no es especialmente rápida, algo que contrasta con la idea habitual de que solo los agujeros negros de alto giro pueden producir efectos observables en escalas cortas.
El resultado también aporta pistas sobre la formación de chorros. Estos chorros desempeñan un papel importante en la dinámica de las galaxias, ya que transportan energía a grandes distancias. Que su orientación pueda oscilar de manera conjunta con el disco sugiere que ambos están conectados de forma más estrecha de lo que se pensaba. Entender esta conexión podría aclarar por qué algunos TDE producen chorros intensos mientras que otros no muestran señales similares.
Por otra parte, el estudio implica que la precesión puede ser más común de lo que indican las observaciones actuales. El propio trabajo señala que la falta de detecciones previas se debe, en gran medida, a “retos observacionales, como la naturaleza transitoria de los discos y chorros o la cadencia limitada en radio”. Una vez superadas esas limitaciones, aparecen señales antes ocultas. El resultado anima a revisar otros eventos pasados con técnicas más sensibles.

Una oportunidad para caracterizar entornos extremos
El análisis de AT2020afhd demuestra que los TDE pueden servir como laboratorios naturales para estudiar la relatividad general. El movimiento conjunto del disco y el chorro constituye una evidencia sólida de cómo el espacio-tiempo puede ser arrastrado por la rotación de un agujero negro. Aunque este efecto está predicho desde comienzos del siglo XX, obtener pruebas directas había sido un desafío constante. Este trabajo presenta el caso más convincente hasta la fecha, según sus propios autores.
Además, la detección de la precesión aporta un método alternativo para estudiar el giro de los agujeros negros, una propiedad fundamental que influye en la cantidad de energía que liberan y en la manera en que moldean su entorno. Si se confirma este tipo de variación en otros TDE, será posible estimar la rotación de varios agujeros negros sin necesidad de recurrir a técnicas indirectas más inciertas. El valor práctico de esta metodología es difícil de exagerar.
Por último, este tipo de estudios ayudan a conectar fenómenos que ocurren en escalas de tiempo diferentes. Los TDE evolucionan en cuestión de meses, mientras que los cambios estructurales en las galaxias tardan millones de años en manifestarse. Aun así, la orientación de los chorros, modulada por procesos como la precesión, puede influir en la distribución de materia a escalas galácticas. Comprender estos vínculos es esencial para completar el panorama de la evolución cósmica.
Una mirada renovada a los fenómenos transitorios
El caso de AT2020afhd no solo aporta una observación inédita, sino que revaloriza la importancia del seguimiento detallado de los eventos transitorios. Gracias a las capacidades combinadas de telescopios de rayos X y radio, fue posible rastrear una señal que requería ambos tipos de datos para ser interpretada. El paper destaca que este estudio “pone de relieve el potencial transformador de un monitoreo en radio de alta cadencia”, una afirmación que invita a pensar en futuras campañas coordinadas. La coordinación será esencial para avanzar en este campo.
La precesión detectada en AT2020afhd podría ser la primera de muchas detecciones similares si se amplían los programas de observación. Por ello, el estudio enfatiza que la combinación de datos multibanda es crucial para identificar patrones que permanecerían ocultos en una sola frecuencia. Esta integración de técnicas promete abrir nuevas vías de investigación en sistemas que, hasta ahora, se consideraban demasiado caóticos para mostrar regularidades claras. El hallazgo demuestra que incluso los entornos más violentos pueden esconder ritmos precisos.
Lo que significa realmente “confirmar una predicción de Einstein”
El hallazgo de AT2020afhd ofrece la evidencia más sólida hasta ahora de un efecto relativista previsto hace más de un siglo, pero es importante precisar qué implica exactamente esa afirmación. En ciencia, “confirmar” rara vez significa cerrar un capítulo para siempre, sino aportar observaciones que encajan con lo que la teoría anticipa y que reducen de forma clara otras explicaciones posibles. En este caso, la precesión conjunta del disco y el chorro se ajusta de manera natural al efecto descrito por Einstein y desarrollado matemáticamente poco después, y lo hace con un nivel de detalle que no se había alcanzado antes. La regularidad de la señal y la coincidencia entre rayos X y radio refuerzan esa interpretación, pero aún serán necesarios más casos para consolidar el panorama completo.
Esto no resta valor al resultado. Al contrario: lo convierte en un punto de partida sólido desde el que futuras observaciones podrán comparar, corregir o ampliar lo que ahora se ha detectado. La relatividad general ha superado cada prueba observacional que se le ha planteado en el último siglo, y este estudio añade una pieza que hasta ahora faltaba en la escala de los agujeros negros que destruyen estrellas. Decir que confirma una predicción de Einstein es, en este contexto, una manera razonable de describir que los datos apuntan con fuerza en la dirección esperada, sin implicar que el debate esté cerrado. Es una confirmación en términos observacionales, coherente con lo que la teoría anticipa, y un paso significativo para entender cómo se organiza el entorno extremo de estos objetos.
Referencias
- Wang et al. Detection of disk-jet coprecession in a tidal disruption event. Science Advances (2025). DOI: 10.1126/sciadv.ady9068.