Durante décadas, la cuestión de cómo y cuándo llegaron los primeros humanos a América ha dividido a la comunidad científica. La hipótesis Clovis First, que establece que las primeras poblaciones humanas en el continente americano habrían llegado hace unos 13.500 años a través de un corredor libre de hielo desde Beringia, ha ido perdiendo fuerza ante una evidencia cada vez más clara: existieron ocupaciones humanas anteriores al complejo Clovis y sus herramientas revelan una sorprendente conexión con el Paleolítico superior de Asia oriental.
Un estudio dirigido por David B. Madsen y publicado en Science Advances en 2025 propone un nuevo escenario para la colonización del continente americano. Según los autores de la investigación, las poblaciones que desarrollaron la industria lítica más antigua de Norteamérica derivan de grupos asentados en el noreste asiático que emigraron a la costa del Pacífico entre 22.000 y 18.000 años antes del presente.

Las raíces tecnológicas del Paleolítico superior americano
Bajo el término Paleolítico superior americano, los investigadores agrupan una serie de yacimientos norteamericanos anteriores a 13.500 años calibrados AP, cuyos conjuntos líticos comparten rasgos tecnológicos muy definidos. Se caracteriza por el uso combinado de dos tradiciones: la tecnología de núcleos y hojas, por un lado, y la de bifaces, por otro. Este sistema dual es muy semejante al del Paleolítico superior tardío del noreste asiático.
Entre los sitios más representativos del Paleolítico superior americano, destacan yacimientos como Cactus Hill (Virginia), Meadowcroft Rockshelter (Pensilvania), Gault y Debra L. Friedkin (Texas), y Cooper’s Ferry/Nipéhe (Idaho). Estos lugares, situados al sur de las antiguas capas de hielo, contienen herramientas elaboradas a partir de núcleos poliédricos o discoidales y de bifaces tallados. Los estudios estratigráficos han confirmado que estas herramientas líticas se hallan bajo los niveles de Clovis, lo que sitúa su antigüedad entre unos 21.700 y 15.000 años calibrados AP.
Las hojas producidas a partir de núcleos prismáticos o semicónicos se emplearon como cuchillos, raspadores o perforadores. En paralelo, los bifaces se trabajaron mediante técnicas de lascado colateral que dieron lugar a puntas pequeñas, finamente acabadas, de morfología lanceolada o con pedúnculo. Este doble sistema de núcleos laminares y bifaces representa una innovación tecnológica coherente y compartida por todas las regiones donde se ha documentado el Paleolítico superior americano.

De Hokkaidō a América: la pista del filo
La comparación entre los conjuntos del Paleolítico superior americano y los del Paleolítico superior del noreste de Asia constituye la clave del estudio. Los autores sostienen que la industria lítica norteamericana presenta una afinidad directa con los materiales excavados en Japón, sobre todo en los yacimientos de Okushirataki 1 y Hattoridai 2, en la isla de Hokkaidō, fechados entre 21.400 y 16.000 años calibrados AP.
En ambos yacimientos japoneses se hallaron puntas bifaciales con pedúnculo y secciones elípticas (un tipo de artefacto denominado proyectil ojival de sección elíptica o ECOP). Este tipo de arma constituye un hito tecnológico: por primera vez, los cazadores del noreste asiático introdujeron una forma aerodinámica y resistente, concebida para conseguir proyectiles reutilizables y duraderos.
Este diseño, que combina eficacia balística y capacidad de reafilado, no existía en Asia continental antes de 19.800 años AP. Tampoco aparece en Beringia hasta después de 14.000 años AP, lo que descarta que esta región fuese el origen tecnológico de esta herramienta. En cambio, los conjuntos de Hokkaidō sí muestran esa innovación en un periodo anterior al Último Máximo Glacial, lo que situaría el origen del modelo americano en la región japonesa.

Una migración costera anterior al deshielo
Basándose en las evidencias que proporcionan las herramientas líticas, el estudio plantea que entre 22.000 y 18.000 años calibrados AP, una población asentada en el entorno de la paleorregión de Sajalón, Hokkaidō y Kuril quedó aislada durante el Último Máximo Glacial. Esta comunidad, portadora de la tecnología ECOP y de las tradiciones de hojas y bifaces, habría seguido la ruta costera del Pacífico, bordeando el sur de Beringia hacia el continente americano.
Las evidencias arqueológicas, además, coinciden con los datos genéticos más recientes. Los análisis paleogenómicos indican que los ancestros de los primeros americanos compartían vínculos con poblaciones del sur de Siberia y del noreste asiático, de las que se separaron hacia 25.000 años AP, para luego expandirse hacia América a partir de 19.500 AP. Esta hipótesis implica que las primeras migraciones humanas hacia el continente americano pudieron realizarse por vía marítima o costera, aprovechando la emersión de ciertos archipiélagos y los recursos litorales del Pacífico norte durante el descenso glacial del nivel del mar.

El legado tecnológico del Paleolítico superior americano
Hacia 13.000 años calibrados AP, y en coincidencia con la expansión del complejo Clovis, se observa un cambio radical en la producción de herramientas. Es, entonces, cuando aparecen las puntas lanceoladas grandes y robustas, mientras se abandona, en gran medida, la industria de núcleos y hojas. Sin embargo, los investigadores sostienen que los patrones técnicos del Paleolítico superior americano constituyeron la base sobre la que se desarrollaron las posteriores tradiciones paleoindias.
Las puntas Clovis y Haskett, aunque más grandes, comparten con los proyectiles ojivales del Paleolítico superior americano la misma concepción bifacial y el mismo principio de reafilado, lo que revelaría una continuidad evolutiva. En este sentido, las tecnologías del Japón pleistocénico no solo cruzaron el Pacífico, sino que también fundamentaron la industria lítica americana posterior.

Implicaciones culturales y genéticas
Los autores subrayan que esta conexión no debe confundirse con una filiación directa entre las poblaciones japonesas del Holoceno —como los jōmon— y los primeros americanos. Los análisis genéticos disponibles sugieren que las poblaciones del Paleolítico superior de Hokkaidō eran distintas de las jōmon posteriores. No obstante, el estudio deja abierta la posibilidad de que en Hokkaidō existiera una suerte de “población fantasma” durante el Paleolítico superior, tecnológicamente vinculada al Paleolítico superior americano y responsable de la transmisión de innovaciones líticas a los grupos que acabarían por poblar América.
Tecnología viajera para entender las migraciones humanas
El trabajo de Madsen y sus colaboradores redefine la prehistoria del continente americano al mostrar cómo los materiales líticos más antiguos del continente no proceden de una invención local ni de un linaje siberiano, sino de una tradición tecnológica forjada en el noreste del Japón durante el Último Máximo Glacial. Este hallazgo convierte al Pacífico en el escenario principal de la primera gran migración humana hacia el Nuevo Mundo. Además, sitúa a Hokkaidō y sus islas vecinas como el probable punto de partida de los pioneros que, hace más de 20.000 años, emprendieron un viaje que cambiaría para siempre la historia del poblamiento humano.
Referencias
- Madsen, D. B., L. G. Davis, T. J. Williams, M. Izuho y F. Iizuka. 2025. "Characterizing the American Upper Paleolithic". Science Advances, 11: eady9545. DOI: https://doi.org/10.1126/sciadv.ady9545