Esta piedra de 13.000 años esconde un secreto azul que desconcierta a la ciencia

Nuevos análisis con tecnología avanzada revelan que los humanos del Paleolítico dominaban más colores de los que se creía, utilizando pigmentos que rara vez dejan rastro arqueológico.
Fuente: Antiquity

A simple vista, parece una piedra más. Una losa erosionada, hallada entre los restos de un antiguo asentamiento humano en el centro de Europa. Pero bajo el microscopio, esa piedra revela algo insólito: trazas de un pigmento azul intenso, de un tipo jamás documentado hasta ahora en el arte del Paleolítico europeo. Un hallazgo que no solo sorprende por su rareza, sino que está obligando a replantear muchas de las certezas sobre cómo los primeros humanos veían y representaban el mundo.

Un equipo internacional liderado por Izzy Wisher, de la Universidad de Aarhus, acaba de publicar en la revista Antiquity la primera evidencia científica del uso de azurita —un mineral de color azul brillante— en contextos paleolíticos europeos . El hallazgo, hecho en un yacimiento en Mühlheim-Dietesheim, Alemania, se remonta a unos 13.000 años atrás, y ofrece una nueva perspectiva sobre la creatividad simbólica de nuestros ancestros. La investigación confirma que “el residuo azul hallado en el objeto de piedra se puede identificar con confianza como azurita”.

Un hallazgo que nadie esperaba

El arte paleolítico ha sido tradicionalmente un universo de tonos oscuros y cálidos. Negros de carbón vegetal, ocres rojos y amarillos obtenidos de minerales ricos en hierro han dominado durante décadas las interpretaciones sobre las prácticas artísticas y simbólicas de Homo sapiens y neandertales. Según el propio estudio, “los pigmentos azules están notoriamente ausentes en el registro paleolítico” .

Hasta ahora, apenas existía un solo caso conocido de pigmento azul-verdoso: decoraciones en figurillas antropomorfas halladas en Mal’ta, Siberia, datadas entre 19.000 y 23.000 años. En Europa, sin embargo, jamás se había documentado el uso de pigmento azul en contextos paleolíticos. Por eso, este nuevo hallazgo resulta tan desconcertante. En palabras de Izzy Wisher, el descubrimiento “desafía lo que pensábamos saber sobre el uso de pigmentos en el Paleolítico”.

Fuente: Antiquity

La piedra que cambió la historia del color

El objeto protagonista del hallazgo es una piedra de morfología cóncava, que inicialmente se pensó que podía haber sido una lámpara de grasa. Sin embargo, el nuevo análisis apunta a que fue utilizada como superficie de trabajo para la preparación de pigmentos. En uno de sus lados —y solo en uno— se identificaron tres pequeñas zonas con restos de un polvo azul, muy erosionado pero aún visible bajo ciertas condiciones de luz y aumento.

Los análisis revelaron que la piedra no contiene azurita en su composición interna, lo cual descarta que se trate de una formación natural. El pigmento se encuentra solo en la superficie, en concentraciones localizadas, y está asociado a rastros de cobre detectados mediante espectroscopía de fluorescencia de rayos X y otras técnicas no invasivas. Todo apunta a que la azurita fue intencionalmente procesada y aplicada por humanos, hace más de 13.000 años.

Fuente: Antiquity

Una paleta inesperada en el Paleolítico

Uno de los aspectos más sorprendentes del descubrimiento es lo que implica sobre el acceso y el conocimiento de los pigmentos minerales. Tradicionalmente, se ha asumido que la ausencia de pigmentos azules en el arte rupestre o portátil se debía a una escasa disponibilidad de minerales adecuados. Sin embargo, la azurita es relativamente común en yacimientos superficiales de ciertas regiones de Europa.

De hecho, los investigadores identificaron depósitos de azurita a tan solo 20 kilómetros del yacimiento donde se encontró la piedra, lo que sugiere que el pigmento pudo haber sido recolectado o incluso extraído de forma intencional. La azurita se forma por la alteración de minerales de cobre y se presenta en vetas superficiales de tonos azulados brillantes. El equipo analizó la composición isotópica del plomo contenido en los restos del pigmento y determinó que su origen coincide con formaciones geológicas cercanas al valle del Rin-Meno.

Fuente: Antiquity

¿Por qué no usaban azul para pintar cuevas?

Si los humanos del Paleolítico conocían la azurita y sabían cómo manipularla, ¿por qué no aparece en las paredes de las cuevas como el ocre o el carbón? La respuesta más plausible, según los autores del estudio, es que el azul no se utilizaba para el arte rupestre, sino para otros fines simbólicos que no han sobrevivido en el registro arqueológico.

Es posible, por ejemplo, que la azurita se usara como cosmético corporal o para teñir tejidos, prácticas que rara vez dejan huella arqueológica. La piedra hallada en Mühlheim-Dietesheim no tiene marcas evidentes de abrasión, pero su forma y restos indican que pudo haber servido como paleta o contenedor de mezclas de pigmento. Los investigadores escriben que “la naturaleza superficial y dispersa del residuo azul, y su localización sobre la capa arenisca, indican que la azurita no se formó de manera natural sino que tiene un origen antropogénico”.

Un cambio en las formas de expresión

El periodo en el que se data este hallazgo, conocido como Paleolítico Final, coincide con una transformación en las formas de expresión simbólica en Europa. El arte rupestre comienza a escasear, y en su lugar aparecen objetos más pequeños, posiblemente más personales o portables. Este contexto sugiere que el uso de pigmentos pudo haberse diversificado, con fines menos visibles pero igual de importantes culturalmente.

El azul pudo haber tenido significados distintos a los del rojo o el negro. Su rareza en el entorno natural, su asociación con el cobre, y su tono brillante lo habrían convertido en un recurso estético y simbólico muy particular. La escasez de este tipo de pigmentos en el registro arqueológico no indica necesariamente que no se usaran, sino que sus usos no dejaron huella perdurable.

En el artículo, los autores señalan que “es posible que el uso de azurita estuviera restringido a actividades invisibles en el registro arqueológico, como la decoración corporal o el teñido de materiales orgánicos”.

El color perdido del pasado

Este descubrimiento no solo aporta un dato nuevo, sino que obliga a reconsiderar cómo interpretamos la ausencia de ciertos colores en el arte paleolítico. Tal vez el azul nunca fue ausente: simplemente, no lo hemos buscado donde estaba. El hallazgo de la piedra con restos de azurita demuestra que los humanos de hace 13.000 años no solo dominaban el uso de pigmentos, sino que tenían una comprensión sofisticada de sus aplicaciones y significados contextuales.

En una era marcada por la austeridad visual de los yacimientos arqueológicos, encontrar un azul tan brillante y anómalo como este tiene un impacto profundo. No solo por su valor científico, sino porque nos conecta con una sensibilidad estética antigua que apenas empezamos a comprender. Esa chispa de color, apenas visible hoy, pudo haber sido en su tiempo un símbolo de identidad, poder o belleza.

Referencias

  • Izzy Wisher, Thomas Birch, Rasmus Andreasen, Elyse Canosa, Sara Norrehed, Solenn Reguer, Quentin Lemasson, Ester Oras, Kristiina Johanson, Tim Kinnaird, Thomas Birndorfer, Jesper Borre Pedersen, James Scott, Christof Pearce y Felix Riede. The earliest evidence of blue pigment use in Europe. Antiquity, 29 de septiembre de 2025. https://doi.org/10.15184/aqy.2025.10184.

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