Hallan un templo de 5.000 años en el norte de Mesopotamia vinculado a la primera ciudad del mundo: un descubrimiento que cambia lo que sabíamos sobre el origen de la civilización

Un equipo internacional ha descubierto un edificio monumental en el Kurdistán iraquí que revela que las primeras civilizaciones eran más complejas, interconectadas y avanzadas de lo que se pensaba.
Descubren en Irak un templo de hace 5.000 años vinculado a la primera ciudad del mundo
Descubren en Irak un templo de hace 5.000 años vinculado a la primera ciudad del mundo. Fotos: Universidad de Coimbra/Christian Pérez

Durante décadas, la historia de los orígenes de la civilización se ha contado mirando hacia el sur de Mesopotamia, a las grandes ciudades de Uruk y Ur, en las fértiles llanuras entre el Tigris y el Éufrates. Sin embargo, una nueva excavación en las estribaciones de los Montes Zagros, en el actual Kurdistán iraquí, está cambiando esa narrativa. Un equipo de arqueólogos liderado por la Universidad de Coimbra, en colaboración con la Universidad de Cambridge y las autoridades locales de Slemani, ha descubierto un edificio monumental que podría haber sido un templo o espacio ceremonial en el yacimiento de Kani Shaie, datado en torno al 3300–3100 a.C.

Este hallazgo no solo llama la atención por su antigüedad —más de cinco milenios—, sino por lo que implica: que las regiones montañosas, consideradas durante mucho tiempo periféricas respecto a los grandes centros urbanos del sur, participaron activamente en las redes culturales, políticas y económicas de la época. En otras palabras, Kani Shaie no era una aldea remota en la frontera del mundo civilizado, sino un nodo crucial en la compleja red que configuró los cimientos de lo que hoy llamamos civilización.

El edificio que desafía el relato tradicional

El descubrimiento se produjo en la parte superior del montículo arqueológico que forma el sitio de Kani Shaie, donde los investigadores localizaron restos arquitectónicos que revelan una estructura imponente, construida con técnicas propias de las élites del periodo Uruk. Aunque aún está en proceso de análisis, todo apunta a que se trataba de un espacio público con funciones ceremoniales o religiosas, lo que sugiere una organización social más jerárquica y centralizada de lo que se creía para esta región.

Uno de los aspectos más fascinantes del hallazgo es la presencia de elementos arquitectónicos distintivos, como los conos murales —decoraciones de arcilla o piedra incrustadas en las paredes que formaban complejos diseños geométricos—, típicos de los templos y edificios administrativos del sur mesopotámico. La arquitectura y ornamentación refuerzan la hipótesis de que no estamos ante una simple vivienda, sino frente a una construcción con función simbólica y social de primer orden.

Además del edificio en sí, los arqueólogos recuperaron un fragmento de colgante de oro, probablemente parte de una joya ceremonial o distintivo de estatus, y varios sellos cilíndricos que remiten a prácticas administrativas avanzadas, ya presentes hace 5.000 años. Estos objetos, lejos de indicar un aislamiento cultural, apuntan a una sociedad en contacto con redes de comercio y poder más amplias, donde el acceso a metales preciosos y la adopción de herramientas de control social estaban plenamente desarrollados.

En el yacimiento arqueológico de Kani Shaie, al norte de Irak, los arqueólogos han identificado los restos de una estructura monumental que podría tener más de 5.000 años de antigüedad
En el yacimiento arqueológico de Kani Shaie, al norte de Irak, los arqueólogos han identificado los restos de una estructura monumental que podría tener más de 5.000 años de antigüedad. Foto: Universidad de Coimbra

El legado de Uruk en tierras lejanas

Para entender la magnitud del hallazgo, hay que mirar a la ciudad de Uruk, considerada por muchos historiadores como la primera gran urbe de la humanidad. Con una población estimada de hasta 80.000 habitantes y una organización urbana planificada, Uruk fue el epicentro de una revolución urbana que dio lugar a la escritura, la administración centralizada y el surgimiento del Estado.

Kani Shaie, a casi 500 kilómetros al noreste de Uruk, ha sido tradicionalmente vista como parte del área periférica de influencia de esta civilización. Pero los nuevos descubrimientos plantean una narrativa distinta: la influencia de Uruk no solo se expandió hacia el norte, sino que fue apropiada, adaptada y transformada por otras culturas locales que también desarrollaron formas complejas de vida social.

La existencia de un templo u edificio ceremonial en Kani Shaie durante el periodo Uruk sugiere que esta comunidad participaba activamente en los flujos culturales y políticos de su tiempo. Lejos de ser colonias pasivas o imitadoras, estos asentamientos eran centros dinámicos que tomaban lo que venía de las grandes urbes y lo integraban en sistemas locales de poder y creencias.

Durante las excavaciones más recientes en Kani Shaie también salieron a la luz antiguos sellos cilíndricos, utilizados en prácticas administrativas y de control en la antigüedad
Durante las excavaciones más recientes en Kani Shaie también salieron a la luz antiguos sellos cilíndricos, utilizados en prácticas administrativas y de control en la antigüedad. Foto: Universidad de Coimbra

Una historia de ocupación milenaria

Kani Shaie no es un descubrimiento reciente. El sitio ha sido excavado desde 2013, revelando una secuencia de ocupación que abarca desde el Calcolítico hasta la Edad del Hierro, con fases importantes también durante los periodos asirio, helenístico y parto. Sin embargo, la campaña de excavación de 2025, financiada por la Fundación para la Ciencia y la Tecnología de Portugal y la Universidad de Cambridge, ha sido la más reveladora hasta ahora.

Los niveles más recientes del yacimiento mostraban estructuras de épocas ya conocidas, como casas de época parta o restos administrativos del Imperio Neoasirio. Pero fue al excavar más profundamente, en la cima del montículo, cuando apareció la estructura monumental que podría cambiar la forma en que se interpreta la historia temprana del norte de Mesopotamia.

Este descubrimiento confirma lo que muchos investigadores ya intuían: que las zonas montañosas no fueron meros testigos de los avances del sur, sino protagonistas en la historia de la humanidad. Las rutas comerciales, las alianzas políticas y los intercambios simbólicos conectaban comunidades muy distantes, tejiendo una red cultural que se extendía desde las llanuras aluviales hasta las cumbres del Zagros.

Copa ornamentada datada hacia el año 3100 a.C.
Copa ornamentada datada hacia el año 3100 a.C. Foto: Universidad de Coimbra

Reescribiendo los orígenes de la civilización

Lo que emerge de Kani Shaie es una historia más diversa, plural y descentralizada de los orígenes de la civilización. La idea de que todo comenzó en unas pocas ciudades del sur mesopotámico debe ampliarse para incluir a comunidades como esta, que participaron en procesos de transformación social, tecnológica y religiosa con sus propios matices y aportaciones.

Además, el hallazgo plantea nuevas preguntas: ¿Qué papel jugaban estos templos en el equilibrio de poder regional? ¿Qué tipo de divinidades o rituales se practicaban en Kani Shaie? ¿Cómo fluían las ideas, los metales preciosos y los modelos arquitectónicos entre regiones tan distantes?

Lo cierto es que Kani Shaie ha dejado de ser un punto en el mapa para convertirse en un testimonio clave de los procesos que dieron forma al mundo antiguo. A través de un edificio de hace cinco milenios, enterrado durante milenios y rescatado piedra a piedra, se abre una nueva ventana a una civilización que, lejos de ser monolítica, fue diversa, sorprendente y profundamente interconectada.

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