El Renacimiento, que floreció entre los siglos XV y XVI, fue mucho más que un movimiento artístico: supuso un renacer cultural y científico que cambió para siempre la forma en que los europeos veían el mundo. Inspirado en los valores de la antigüedad clásica, reivindicó el humanismo, la observación de la naturaleza y la confianza en la razón.
Ciudades como Florencia, Venecia o Roma se convirtieron en centros de mecenazgo, donde familias poderosas como los Médici financiaron a artistas y pensadores. Leonardo da Vinci encarnó el ideal del hombre renacentista, destacando en pintura, anatomía, ingeniería y ciencia. Miguel Ángel dejó obras inmortales como la Capilla Sixtina o el David, mientras que Rafael y Botticelli aportaron su visión a la historia del arte.
No solo fue arte: el Renacimiento fue también ciencia y exploración. Nicolás Copérnico desafió la visión geocéntrica y abrió paso a la revolución científica. Galileo perfeccionó el telescopio, mientras que en 1492 Cristóbal Colón llegaba a América, iniciando la era de los descubrimientos.
Fue un periodo de cambios que puso fin a la Edad Media y preparó el camino de la modernidad.
