El sorprendente secreto químico que hace tan coloridos a los loros: un solo gen puede transformar sus plumas

Un nuevo estudio revela cómo los loros fabrican sus colores intensos gracias a una sencilla reacción bioquímica controlada por un solo gen.
Descubren el secreto químico que hace brillar a los loros
Descubren el secreto químico que hace "brillar" a los loros. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o

Durante siglos, los loros han fascinado a humanos de todas las culturas con su espectacular plumaje, una paleta de colores vivos que parece salida de una caja de lápices fluorescentes. Desde los rojos encendidos hasta los verdes resplandecientes, su apariencia ha sido considerada un símbolo de exotismo y belleza tropical. Pero ¿de dónde vienen realmente esos colores tan intensos? ¿Por qué los loros brillan como si hubieran sido pintados con pigmentos artificiales? La respuesta, como ahora sabemos, no está en su dieta ni en su entorno, sino en un sencillo pero ingenioso proceso bioquímico que ocurre dentro de sus propias células.

Un nuevo estudio, publicado en la prestigiosa revista Science por un equipo internacional liderado por Roberto Arbore y Miguel Carneiro, ha desvelado el mecanismo molecular que explica cómo los loros generan sus colores. Y lo más fascinante es que todo depende de un solo gen y de una reacción química elegantemente simple. Este hallazgo no solo resuelve un antiguo misterio de la biología evolutiva, sino que también abre la puerta a nuevas preguntas sobre cómo los animales desarrollan sus rasgos más llamativos.

Los únicos pájaros que fabrican sus propios colores

A diferencia de la mayoría de las aves, cuyos colores provienen de lo que comen —como los flamencos, que se vuelven rosados por los camarones que consumen—, los loros no dependen de pigmentos dietéticos. Ellos fabrican sus propios colores gracias a un grupo exclusivo de compuestos llamados psitacofulvinas. Estas moléculas son responsables de los tonos rojos, naranjas y amarillos en sus plumas. Combinadas con las nanoestructuras que reflejan la luz azul, pueden incluso crear el verde intenso que caracteriza a muchas especies de loro.

Aunque la existencia de estas psitacofulvinas se conocía desde hace décadas, lo que no se había comprendido hasta ahora era cómo se modulaban para generar una gama tan amplia de colores en el plumaje. ¿Por qué algunos loros son rojos y otros amarillos? ¿Qué determina esa variabilidad?

Los investigadores centraron su trabajo en dos especies muy llamativas: el lori sombrío y el inseparable de máscara roja
Los investigadores centraron su trabajo en dos especies muy llamativas: el lori sombrío y el inseparable de máscara roja. Foto: Istock

Una transformación química que cambia todo

Lo que descubrieron los investigadores es que todo depende de la forma química terminal de las moléculas de psitacofulvina. En términos simples, si la cadena de carbono de la molécula termina en un grupo aldehído, el color que produce es rojo. Pero si esa misma cadena se transforma y termina en un grupo carboxilo, el resultado es un amarillo brillante.

Este cambio es obra de una enzima: ALDH3A2. Su función es oxidar los grupos aldehído a carboxilo, lo que cambia la longitud de onda de la luz que absorbe la molécula y, por tanto, el color que vemos. Así, el color de un loro puede ir desde un rojo profundo hasta un amarillo intenso, simplemente variando la actividad de esta enzima en las células que forman las plumas.

En otras palabras, un solo paso químico transforma el color del ave. Y ese paso está controlado por un único gen.

Un modelo natural en Nueva Guinea

Para llegar a esta conclusión, los científicos analizaron dos especies clave: el loro oscuro (Pseudeos fuscata) y el inseparable carirrosado (Agapornis roseicollis). En el primero, que vive en Nueva Guinea, existen dos variantes naturales: una con plumaje rojo y otra amarilla. Ambas se cruzan entre sí, lo que permitió a los investigadores comparar su ADN y buscar las diferencias genéticas asociadas al color.

Encontraron una mutación en una región reguladora del gen ALDH3A2. Esta mutación actúa como un “interruptor” que determina cuánta enzima se produce en los folículos donde crecen las plumas. Cuanta más enzima, más amarillo; menos enzima, más rojo.

En el caso del inseparable carirrosado, se analizaron diferentes zonas del cuerpo que tienen distintos colores, y nuevamente se observó que las áreas amarillas y verdes mostraban mayor actividad del gen ALDH3A2 que las áreas rojas.

Un mecanismo que permite colores infinitos

Pero el proceso no es solo binario. Al haber proporciones variables entre aldehídos y carboxilos, los loros pueden producir una gama intermedia de naranjas o incluso combinaciones que dan lugar a colores más complejos. Además, al superponer los pigmentos amarillos con estructuras que reflejan azul, se obtienen los característicos tonos verdes. Y al combinar rojos con azul, podrían incluso aparecer tonos púrpura.

El hallazgo es particularmente interesante porque muestra cómo un solo gen puede tener un impacto descomunal en el aspecto visual de un animal. En la evolución, esta simplicidad es una ventaja, ya que permite cambios rápidos y flexibles en la apariencia con mutaciones mínimas.

Una de las preguntas que se abren con esta investigación es por qué los loros han evolucionado para fabricar sus propios pigmentos, en lugar de usar los carotenoides presentes en su dieta, como hacen tantas otras aves. La respuesta aún no está clara, pero se especula que las psitacofulvinas podrían ser más estables y menos dependientes de la disponibilidad alimenticia, lo que garantizaría un plumaje brillante constante, sin importar la estación o el territorio.

Además, este tipo de pigmentación podría tener implicaciones en la salud o el estado físico del ave, como ocurre en otras especies donde la intensidad del color se asocia a la calidad genética o la fertilidad. Si esto también aplica a los loros, sus colores podrían estar comunicando mucho más que estética.

Un estudio reciente revela que la cantidad de una enzima llamada ALDH3A2 es capaz de ajustar los pigmentos de los loros, haciendo que sus plumas adopten tonos más amarillos o más rojos
Un estudio reciente revela que la cantidad de una enzima llamada ALDH3A2 es capaz de ajustar los pigmentos de los loros, haciendo que sus plumas adopten tonos más amarillos o más rojos. Foto: Istock

Un nuevo capítulo en la biología evolutiva

Este estudio no solo resuelve un misterio sobre las aves más coloridas del planeta, sino que ofrece una visión más amplia sobre cómo funciona la evolución del color en el mundo natural. Si una única enzima puede controlar una parte tan importante de la apariencia de un animal, es posible que mecanismos similares estén operando en muchas otras especies.

El hallazgo también destaca la importancia de estudiar animales en sus hábitats naturales. El hecho de que los investigadores hayan podido aprovechar una variación natural dentro de una especie salvaje, como el loro oscuro, muestra cómo la biodiversidad es una fuente invaluable de información científica.

Y aunque aún quedan muchas preguntas abiertas —como la razón evolutiva detrás de la invención de las psitacofulvinas—, lo que está claro es que los loros no son solo aves bonitas: son una obra maestra de la bioquímica.

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