La pasión por el fútbol siempre ha estado a la vista, pero ahora sabemos con precisión qué ocurre dentro del cerebro cuando un hincha vive un gol a favor o en contra, especialmente si el rival es de esos que dividen familias. Un equipo de investigadores chilenos analizó con escáneres cerebrales la reacción de 60 seguidores de Colo-Colo y Universidad de Chile mientras veían goles reales, y lo que encontraron ayuda a explicar por qué un clásico puede desatar tanta intensidad. La investigación muestra que el cerebro responde de forma distinta según quién marca y qué significa ese gol para la identidad del hincha.
El fútbol ofrece una oportunidad única para estudiar cómo funciona la identidad social, porque reúne desde espectadores ocasionales hasta hinchas capaces de organizar su vida alrededor de un equipo. En este trabajo, realizado entre 2019 y 2022, los autores reclutaron a seguidores de dos de los clubes más importantes y rivales de Chile y los clasificaron según su nivel de implicación, desde simples espectadores hasta fanáticos según la Football Supporters Fanaticism Scale. Esa escala permitió medir cómo varía la intensidad emocional de cada participante ante un mismo estímulo deportivo.

Cuando la pasión se convierte en un laboratorio perfecto
Para captar las reacciones reales, los investigadores evitaron escenarios hipotéticos y utilizaron 63 clips de goles auténticos, con jugadas completas que incluían el desarrollo de la acción y el momento del gol. En ellos estaban presentes el equipo favorito del participante, su rival y equipos neutrales, siempre mezclados para no anticipar emociones. Los voluntarios observaron las secuencias dentro del escáner de resonancia magnética funcional, que registra cómo cambia la actividad cerebral en tiempo real mientras ocurre la acción. El objetivo era aislar el efecto emocional específico que provoca un rival directo.
El diseño incluyó dos situaciones clave: una “victoria significativa”, cuando el equipo del participante marcaba a su rival, y una “derrota significativa”, cuando recibía un gol de ese mismo rival. Estas situaciones se compararon siempre con goles frente a equipos que no tenían relación histórica con el hincha, para distinguir la emoción del simple resultado. Así se consiguió medir qué parte de la reacción se debe al fútbol y cuál proviene del vínculo identitario.
El cerebro celebra la victoria como un premio personal
Cuando el equipo favorito marcaba contra su archirrival, el cerebro del hincha activaba con claridad regiones conocidas por su papel en la búsqueda de recompensas, como el ventral estriado, el caudado y el lentiforme. Estas estructuras participan en la sensación de satisfacción y motivación, y están implicadas en muchas experiencias agradables asociadas al aprendizaje de conductas. El estudio confirma que un gol contra el rival activa el sistema de recompensa como si se tratara de una pequeña victoria personal.
Además de estos circuitos, la corteza prefrontal medial mostró una activación destacada. Esta zona se relaciona con el procesamiento social y la percepción de pertenencia a un grupo, lo que sugiere que el gol del equipo propio refuerza la identidad compartida con otros aficionados.
El mapa cerebral se completó con la participación del área fusiforme, responsable del reconocimiento de rostros, lo que podría relacionarse con la atención hacia los jugadores o con la lectura de las emociones colectivas durante la jugada. En conjunto, estas activaciones reflejan una combinación de placer, pertenencia y motivación ligada al equipo.
El contraste inverso —es decir, momentos en los que un gol frente a un rival no generaba estas respuestas— no mostró cambios relevantes en funciones como el control cognitivo. Esto indica que la reacción emocional a la victoria está bien definida y se dispara cuando el estímulo procede de un rival histórico, no ante cualquier gol. La respuesta del cerebro distingue claramente entre un partido normal y un clásico con carga emocional.

La derrota toca otras teclas: preocupación, análisis y frustración
Cuando el rival marcaba, el patrón cerebral era casi opuesto. En este caso se activaba la red de mentalización, un conjunto de regiones que permite interpretar las intenciones de otros y anticipar comportamientos. Áreas como el surco temporal superior, la corteza orbitofrontal y la dorsolateral prefrontal entraban en juego, señalando un proceso más analítico y consciente de la situación. Esa activación refleja el esfuerzo del cerebro por evaluar el impacto de la derrota y entender su significado emocional.
Al mismo tiempo, la resonancia mostró un aumento de actividad en la corteza visual, sobre todo en regiones como V1, V2 y V3, que suelen activarse cuando algo es especialmente llamativo o relevante para la persona. También apareció participación del giro fusiforme y la corteza occipital lateral, indicando que la derrota del rival es un estímulo que capta la atención de forma intensa.
Es una reacción coherente con la importancia emocional que tiene un gol en contra durante un clásico. El cerebro presta más atención cuando el momento es negativo y decisivo.
Sin embargo, uno de los resultados más llamativos fue la disminución de actividad en la corteza cingulada anterior dorsal, responsable del control cognitivo y la regulación emocional. Esta reducción se interpretó como un mecanismo de desconexión ante un estímulo que genera malestar. Cuando esta región baja su actividad, mantener la calma puede ser más difícil. La derrota frente al rival reduce la capacidad inmediata de controlar las emociones.
Cuando el fanatismo entra en escena, el autocontrol se debilita
El equipo analizó cómo variaban estas respuestas según el nivel de fanatismo y encontró una tendencia clara: cuanto más fanático era el hincha, mayor era la desactivación de la corteza cingulada anterior dorsal durante la derrota. Esto significa que quienes viven el fútbol con más intensidad cuentan con menor capacidad de regulación emocional en el momento más crítico. La combinación entre derrota y fuerte identificación aumenta la vulnerabilidad emocional.
Por el contrario, la red de mentalización aparecía más activa en los aficionados menos fanáticos, lo que sugiere una reacción más reflexiva ante un momento negativo.
La relación entre ambas áreas indica que, mientras los seguidores moderados mantienen procesos de análisis social, los más fanáticos dependen menos de estas redes y se ven afectados directamente por la carga emocional del resultado. El nivel de compromiso cambia cómo se procesan los acontecimientos del partido.
Estos hallazgos pueden ayudar a entender por qué algunos hinchas reaccionan de manera impulsiva cuando su equipo pierde un partido importante. La reducción del control cognitivo en esos segundos críticos podría explicar comportamientos que, desde fuera, parecen exagerados o desconectados de la lógica habitual del individuo. La neurobiología muestra que el fanatismo intensifica la respuesta emocional ante la amenaza a la identidad del grupo.

Más allá del estadio: lo que esto revela sobre nosotros
El estudio no solo ayuda a comprender lo que sucede durante un clásico, sino que aporta pistas sobre cómo se forman y mantienen las identidades colectivas. La activación del sistema de recompensa en las victorias y la reducción del autocontrol en las derrotas son patrones similares a los descritos en otros ámbitos del fanatismo social, ya sea político, religioso o cultural. Las mismas redes cerebrales que reaccionan al fútbol participan en otras formas de identidad intensa.
Los autores plantean que estas respuestas tienen raíces en la infancia, cuando experiencias de apego, estrés y aprendizaje social moldean la forma en que valoramos los estímulos y regulamos nuestras emociones.
Estas bases tempranas pueden influir en la susceptibilidad a formas extremas de identificación grupal, lo que convierte la comprensión de estos mecanismos en una herramienta potencial para diseñar estrategias de prevención. La manera en que gestionamos la identidad también depende de cómo se formó en nuestra historia personal.
Los resultados abren debates más amplios sobre la relación entre emociones colectivas, comportamiento social y seguridad en eventos masivos. Conocer qué regiones cerebrales se activan o se desactivan podría ayudar a planificar acciones de comunicación o manejo de multitudes en encuentros sensibles, así como a anticipar situaciones de tensión. El fútbol actúa como un modelo que permite estudiar procesos que afectan a toda la sociedad.
Referencias
- Zamorano, F., Hurtado, J. M., Carvajal-Paredes, P., Salinas, C., Stecher, X., Soto-Icaza, P., ... & Silva, C. (2025). Brain mechanisms across the spectrum of engagement in football fans: a functional neuroimaging study. Radiology, 317(2), e242595. doi: 10.1148/radiol.242595