Así funciona el mecanismo que hace que el cerebro “se desconecte” unos segundos cuando estás sin dormir

Cuando falta el sueño, el cerebro activa oleadas de limpieza que provocan lapsos de atención y lentitud mental.
Cuando no dormimos bien, el cerebro se “apaga” por segundos para limpiarse, sacrificando la atención.
Cuando no dormimos bien, el cerebro se “apaga” por segundos para limpiarse, sacrificando la atención. Fuente: Sora / iStock / Edgary Rodríguez R.

Quedarse sin dormir una noche no solo causa cansancio, también cambia la forma en que funciona el cerebro. Un nuevo estudio publicado en Nature Neuroscience revela que, tras la privación de sueño, el cerebro entra por momentos en un modo de “mantenimiento interno” incluso mientras seguimos despiertos. Durante esos lapsos de distracción, el cerebro libera una ola de líquido cefalorraquídeo (LCR), el fluido que ayuda a eliminar desechos y mantener limpio el sistema nervioso.

El hallazgo, liderado por un equipo de investigadores de la Universidad de Boston y el MIT, muestra que estos pulsos de limpieza —comunes durante el sueño profundo— también aparecen cuando una persona está despierta pero agotada. En otras palabras, el cerebro intenta realizar, a la fuerza, parte de su trabajo nocturno mientras seguimos activos.

El problema es que ese “modo limpieza” tiene un costo inmediato: el rendimiento mental se desploma. Los investigadores observaron que, justo cuando ocurre este flujo de LCR, los participantes tardan más en reaccionar o directamente dejan de responder a estímulos simples. La mente parece desconectarse por unos segundos, como si el cerebro decidiera priorizar su mantenimiento sobre la atención.

Los científicos confirman que dormir no solo descansa la mente: mantiene el sistema de limpieza del cerebro funcionando.
Los científicos confirman que dormir no solo descansa la mente: mantiene el sistema de limpieza del cerebro funcionando. Fuente: Unsplash.

El experimento que mostró el cerebro al límite

Para entender cómo ocurre esto, los científicos analizaron a 26 personas jóvenes en dos situaciones: una tras dormir bien y otra después de pasar toda la noche despiertas. A la mañana siguiente, cada voluntario se sometió a una serie de pruebas de atención dentro de un escáner de resonancia magnética mientras llevaba un gorro de EEG y sensores para medir la pupila, el pulso y la respiración.

El diseño permitió ver, segundo a segundo, cómo el cerebro, los ojos y el cuerpo reaccionaban durante los lapsos de concentración. Los fallos de atención coincidían con una ola de LCR que salía del cerebro y luego regresaba unos segundos después. Este fenómeno no se veía cuando los participantes estaban descansados.

A la vez, el diámetro de la pupila —un indicador de la activación mental— se contraía justo antes de cada ola de LCR, y el corazón y la respiración se volvían más lentos. Todo el cuerpo parecía sincronizarse con ese microdescanso cerebral.

Según los autores, esto demuestra que el sueño perdido desestabiliza el sistema de alerta del cerebro, que intenta compensar entrando, por breves momentos, en un estado fisiológico muy parecido al sueño.

El precio de no dormir

Cuando el cuerpo acumula horas sin descanso, la atención se vuelve frágil y aparecen los llamados microsueños: momentos en los que el cerebro desconecta aunque los ojos sigan abiertos. Este estudio ayuda a explicar qué sucede en esos instantes.

Los investigadores observaron que cada fallo de atención activa un proceso coordinado entre cerebro y cuerpo, en el que el sistema nervioso cambia temporalmente de ritmo para intentar recuperar estabilidad.

El líquido cefalorraquídeo se mueve de forma pulsátil, empujado por cambios en el flujo sanguíneo y la actividad neuronal. Esa dinámica, esencial para limpiar residuos y mantener la salud cerebral, normalmente ocurre durante las fases profundas del sueño. Al no dormir, el cerebro parece “robar” pequeños momentos del día para realizar ese trabajo, interrumpiendo temporalmente la atención.

El resultado es una pérdida notable de rendimiento: los voluntarios privados de sueño tuvieron más omisiones y tiempos de reacción más lentos. Los científicos interpretan este fenómeno como una señal de que el cerebro no puede posponer indefinidamente sus procesos de recuperación. Cuando no dormimos, el cerebro impone pausas internas para intentar repararse, aunque eso signifique perder foco.

Estos pulsos de limpieza cerebral ayudan a eliminar desechos, pero provocan lapsos de concentración.
Estos pulsos de limpieza cerebral ayudan a eliminar desechos, pero provocan lapsos de concentración. Fuente: Unsplash.

Un circuito común para la atención y la limpieza cerebral

Uno de los hallazgos más intrigantes del estudio es que todos estos cambios —la contracción de la pupila, la alteración del pulso, el flujo del LCR y las ondas cerebrales— ocurren al mismo tiempo. Esto sugiere que un mismo circuito neurológico controla tanto la atención como funciones corporales básicas, como la circulación del fluido cerebral o la regulación del ritmo cardíaco.

Los investigadores señalan como posible protagonista al sistema noradrenérgico, una red que regula la activación, la concentración y la respuesta del cuerpo al estrés. Cuando este sistema pierde estabilidad por falta de sueño, puede generar caídas repentinas de atención y activar procesos automáticos de mantenimiento.

La noradrenalina, además, influye directamente sobre los vasos sanguíneos, lo que explicaría por qué el flujo del LCR se coordina con los cambios de atención.

Este vínculo entre atención y limpieza cerebral abre una nueva forma de entender por qué dormir no es solo descansar, sino permitir que el cerebro cumpla funciones que no puede realizar de forma estable durante la vigilia. Sin sueño suficiente, el sistema intenta equilibrar lo imposible: mantenernos despiertos mientras realiza tareas de reparación.

El experimento de flujo bidireccional mostró que el líquido cefalorraquídeo sale del cerebro durante los fallos de atención y vuelve al recuperarse. Los datos (114 ensayos, 10 participantes) confirman esta sincronía entre atención y flujo cerebral. Crédito: Yang et al., Nature Neuroscience, 2025.
El experimento de flujo bidireccional mostró que el líquido cefalorraquídeo sale del cerebro durante los fallos de atención y vuelve al recuperarse. Los datos (114 ensayos, 10 participantes) confirman esta sincronía entre atención y flujo cerebral. Crédito: Yang et al., Nature Neuroscience, 2025.

Lo que revela sobre el sueño y la salud mental

El descubrimiento ayuda a explicar por qué la falta de sueño sostenida no solo afecta la concentración, sino también la salud cerebral a largo plazo. Estudios previos ya habían demostrado que dormir mal interfiere con la eliminación de residuos metabólicos, algunos relacionados con enfermedades neurodegenerativas. Este nuevo trabajo muestra que incluso durante la vigilia, el cerebro intenta compensar esa carencia con oleadas de limpieza intermitente.

Los autores advierten que estos pulsos no sustituyen el sueño. Más bien son un parche fisiológico que mantiene al cerebro funcionando por un tiempo, pero con un alto costo cognitivo. A medida que se repiten, la atención se vuelve más inestable, el procesamiento mental se enlentece y el riesgo de errores aumenta.

Comprender esta relación entre sueño, atención y limpieza cerebral podría ayudar en el futuro a detectar cuándo el cerebro está al límite, o incluso a diseñar estrategias para mejorar la recuperación mental.

Referencias

  • Yang, Z., Williams, S.D., Beldzik, E. et al. Attentional failures after sleep deprivation are locked to joint neurovascular, pupil and cerebrospinal fluid flow dynamics. Nat Neurosci (2025). doi: 10.1038/s41593-025-02098-8

Recomendamos en