Un paseo por la playa se convirtió en un hallazgo inesperado: dos mensajes en botella escritos por soldados australianos en 1916 emergen intactos, revelando una historia olvidada

Un simple paseo por la playa de Wharton, en la costa sur de Australia, se convirtió en un inesperado viaje al pasado: dos cartas escritas por soldados rumbo a la guerra emergieron intactas de una botella centenaria.
Las dos cartas lograron conservarse durante más de un siglo dentro de una antigua botella de la marca Schweppes, descubierta a principios de octubre por Debra Brown en la playa de Wharton, en la costa sur de Australia
Las dos cartas lograron conservarse durante más de un siglo dentro de una antigua botella de la marca Schweppes, descubierta a principios de octubre por Debra Brown en la playa de Wharton, en la costa sur de Australia. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o/Deb Brown

Durante más de un siglo, una botella de vidrio con dos cartas manuscritas descansó oculta entre las dunas de una playa remota de Australia Occidental. Fue descubierta recientemente por una familia que recogía basura en la orilla, sin saber que acababan de rescatar un fragmento casi intacto de la historia de la Primera Guerra Mundial.

Dentro de aquella botella, identificada como una antigua marca de gaseosa británica, se encontraban los mensajes escritos por dos soldados australianos apenas días después de embarcar rumbo a Europa en 1916. Lejos de contener relatos heroicos o dramáticos, las cartas transmitían una mezcla de optimismo, cotidianidad y camaradería: un retrato honesto del espíritu de quienes marchaban hacia lo desconocido, sin saber que uno de ellos jamás regresaría.

La botella apareció en la playa de Wharton, cerca de Esperance, al sur del vasto territorio australiano. Las condiciones climáticas extremas de los últimos inviernos, con tormentas y fuertes marejadas, habrían erosionado las dunas que durante décadas habían protegido el cristal y su delicado contenido. Este detalle fue crucial: sin esa capa de arena, las cartas jamás habrían sobrevivido intactas al paso del tiempo.

Dos vidas cruzadas por el mar y la guerra

Los mensajes estaban fechados el 15 de agosto de 1916, tres días después de que el barco HMAT Ballarat zarpase desde Adelaida, llevando a bordo a cientos de soldados rumbo a los campos de batalla de Europa. Entre ellos se encontraban Malcolm Alexander Neville, de 28 años, y William Kirk Harley, de 37, ambos miembros del 48º Batallón de Infantería del Ejército Australiano.

Neville, agricultor de profesión, había tenido que insistir para ser aceptado en el ejército. Había sido rechazado por problemas de visión y estatura, pero logró enlistarse tras el apoyo de un oficial que intercedió por él. Su carta era una mezcla de alegría contenida y resignación: mencionaba las condiciones del viaje, el humor entre los soldados y la inquietud por lo que podría esperarles al otro lado del mundo. Pedía, además, que si alguien encontraba la botella, hiciera llegar el mensaje a su madre, que vivía en un pequeño pueblo rural del sur de Australia.

Malcolm Alexander Neville, un joven soldado australiano de 28 años, perdió la vida en combate en Francia en abril de 1917
Malcolm Alexander Neville, un joven soldado australiano de 28 años, perdió la vida en combate en Francia en abril de 1917. Foto: The Guardian

El destino de Neville se truncó meses después, en abril de 1917, durante la desastrosa Batalla de Bullecourt, en Francia. Apenas dos meses después de haber sido enviado al frente, fue abatido en combate. Su historia, sin embargo, ha cobrado nueva vida gracias a la carta redescubierta.

Harley, en cambio, logró sobrevivir a la guerra, aunque no sin consecuencias. Fue herido en combate en dos ocasiones y, años más tarde, su salud se vio afectada por los efectos del gas tóxico usado en las trincheras. Su mensaje no tenía destinatario específico: estaba escrito para el eventual descubridor, con un tono casi desenfadado. Parecía más un guiño al azar que una despedida. En 1934, falleció de cáncer en su ciudad natal.

Un hallazgo que une generaciones

El descubrimiento de estas cartas ha tenido un profundo efecto en los descendientes de ambos soldados. Los familiares de Neville, sorprendidos y emocionados, reconocieron que esta carta es prácticamente el único recuerdo directo que conservan de él. El soldado murió joven, sin dejar descendencia. Para sus sobrinos y sobrinas bisnietos, recibir esa carta fue como recuperar una voz perdida de la historia familiar.

En el caso de Harley, la misiva llegó a manos de una de sus nietas. Ella confesó sentirse como si su abuelo hubiese tendido la mano desde el pasado, en un gesto inesperado de cercanía emocional. La carta, pese a su brevedad y sencillez, tenía el poder de humanizar a un hombre al que solo conocía por fotografías antiguas y relatos familiares.

El valor de este hallazgo no reside únicamente en su antigüedad o estado de conservación, sino en su capacidad para conectar el pasado con el presente de una forma íntima y tangible. No es un informe militar ni una crónica épica de la guerra, sino un momento cotidiano capturado en papel, preservado durante más de cien años por casualidad y naturaleza.

La familia de Esperance que encontró la botella utilizó unas pinzas para extraer con cuidado la carta del interior
La familia de Esperance que encontró la botella utilizó unas pinzas para extraer con cuidado la carta del interior. Foto: Deb Brown

Las botellas del recuerdo: una práctica más común de lo que parece

El caso de estas cartas no es único. A lo largo de los años, varias botellas con mensajes de soldados australianos han sido encontradas en la extensa franja costera entre Adelaida y Perth. Era una costumbre informal entre los soldados que viajaban semanas por mar hasta Europa. Muchos de ellos, aburridos o melancólicos, arrojaban botellas al océano como una forma simbólica de despedirse o dejar constancia de su existencia, sabiendo que el destino era incierto.

Los historiadores creen que esta práctica servía también como una manera de afirmarse frente al miedo. La Primera Guerra Mundial, y en particular la campaña de Gallípoli, había dejado claro que el conflicto no sería ni glorioso ni breve. Los soldados, conscientes de la brutalidad que les aguardaba, encontraban en estos gestos mínimos —como escribir una carta para el mar— una forma de resistencia emocional.

Las botellas, entonces, no eran solo objetos lanzados al azar: eran cápsulas de tiempo improvisadas. Algunas se perdieron para siempre, otras, como esta, encontraron una segunda vida cuando alguien, décadas después, se topó con ellas en una playa olvidada.

Una carta escrita por un soldado a su madre hace 109 años y guardada en una botella ha sido hallada en una playa
Una carta escrita por un soldado a su madre hace 109 años y guardada en una botella ha sido hallada en una playa. Foto: The Guardian/Christian Pérez

La fragilidad del recuerdo y la persistencia de la memoria

La preservación de las cartas ha sido descrita por los expertos como algo extraordinario. El papel, escrito a lápiz, aún era legible. El corcho, intacto. Y la botella, sin signos de haber pasado largo tiempo en el agua salada, lo que sugiere que permaneció enterrada bajo la arena la mayor parte de este siglo. Sin esa protección natural, el papel se habría desintegrado y las cartas se habrían perdido para siempre.

El hallazgo ha servido también como recordatorio de los miles de hombres que partieron hacia Europa desde Australia y nunca regresaron. Muchos de ellos dejaron pocas huellas documentales, y su historia solo puede reconstruirse a través de registros militares o lápidas en cementerios lejanos. Por eso, encontrar una carta escrita de puño y letra, con la caligrafía temblorosa de un soldado en altamar, es mucho más que un descubrimiento arqueológico: es una conexión directa con quienes vivieron uno de los episodios más oscuros del siglo XX.

Hoy, esas cartas reposan en manos de sus familias, como testimonio de vidas interrumpidas y voluntades firmes. Mientras tanto, la playa de Wharton sigue allí, azotada por el viento del océano Austral, quizás aún guardando otros secretos entre sus dunas.

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