Un hallazgo arqueológico revela que mujeres y niños neandertales fueron cazados hace 45.000 años en Europa: quién lo hizo y por qué

Una investigación arqueológica ha revelado un episodio insólito de canibalismo selectivo en el Pleistoceno que reescribe parte de la historia de los neandertales en Europa.
Un hallazgo en Bélgica revela un inquietante episodio de canibalismo entre neandertales hace 45.000 años
Un hallazgo en Bélgica revela un inquietante episodio de canibalismo entre neandertales hace 45.000 años. Recreación artística de un grupo de neandertales. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

En una cueva del corazón de Europa, entre sedimentos acumulados durante miles de años, un equipo internacional de científicos ha conseguido reconstruir uno de los episodios más intrigantes del final de los neandertales. Los protagonistas no son héroes ni reyes, sino seis individuos cuya historia quedó grabada, sin quererlo, en los restos fragmentados de sus huesos. Se trata de mujeres y niños neandertales que, hace unos 45.000 años, fueron capturados y consumidos por otro grupo humano en lo que parece haber sido un acto de canibalismo altamente selectivo. La escena, reconstruida a partir de análisis genéticos, isotópicos y morfológicos, ofrece una mirada inesperada sobre la tensión social y territorial en los últimos tiempos de esta especie.

Un hallazgo sin precedentes en el norte de Europa

El lugar de este descubrimiento es la conocida “Troisième caverne” de Goyet, en la actual Bélgica. Ya en el siglo XIX se habían encontrado en esta cueva restos de neandertales, pero solo en los últimos años, gracias al desarrollo de técnicas avanzadas como la tomografía, el análisis de ADN antiguo y las mediciones isotópicas, ha sido posible reinterpretar el conjunto de huesos dispersos que yacían en sus galerías.

La investigación, publicada recientemente en la revista Scientific Reports por un equipo dirigido por Quentin Cosnefroy y colegas de varias instituciones europeas, ha permitido identificar un mínimo de seis individuos. De ellos, cuatro eran mujeres adultas o adolescentes de estatura baja y huesos sorprendentemente frágiles; los otros dos, un niño y un neonato, eran varones. Casi todos los huesos presentan marcas de corte, fracturas frescas y otras señales inconfundibles de procesamiento humano para el consumo. Pero lo más llamativo es la selección: no se trata de un grupo aleatorio, sino de una muestra demográfica muy concreta.

Mujeres pequeñas, orígenes lejanos y un patrón inquietante

Los análisis morfológicos y genéticos indican que estas mujeres tenían una constitución especialmente grácil en comparación con otros neandertales europeos. Eran de baja estatura, con huesos menos robustos y, pese a lo que podría suponerse, no muestran signos óseos de haber tenido una vida especialmente activa o móvil. En otras palabras, no eran mujeres que hubieran recorrido largas distancias ni que se hubieran adentrado en territorios desconocidos buscando alimento. Sin embargo, sí eran forasteras.

Restos óseos de neandertales hallados en la tercera cueva de Goyet, en Bélgica
Restos óseos de neandertales hallados en la tercera cueva de Goyet, en Bélgica. Fuente: Scientific Reports (2025)

Los estudios isotópicos del colágeno óseo muestran que estos individuos no procedían del entorno inmediato de Goyet, sino de otras regiones. Esta pista geográfica se refuerza con la notable homogeneidad en su dieta, lo que sugiere que pertenecían a un mismo grupo social o, al menos, a comunidades con hábitos similares. Esta combinación de datos permite inferir que se trató de un grupo foráneo, capturado y llevado a la cueva, donde sus cuerpos fueron consumidos y, en algunos casos, utilizados como herramientas —algunos huesos muestran marcas de uso como retocadores de sílex.

No fue azar: una elección deliberada

Una de las claves más reveladoras del estudio es la probabilidad estadística de encontrar una composición así en un grupo neandertal. Usando modelos demográficos de referencia y comparaciones con otros yacimientos, como el de El Sidrón en España o Chagyrskaya en Siberia, los investigadores concluyen que la presencia exclusiva de mujeres y niños en el conjunto de Goyet no responde al azar ni a una muestra de mortalidad natural. Se trata de una selección deliberada.

Este patrón apoya la hipótesis de un canibalismo de tipo exocanibalista, es decir, dirigido contra individuos ajenos al grupo propio. Este tipo de comportamiento ha sido documentado en contextos etnográficos modernos como una forma de violencia entre grupos, a menudo relacionado con tensiones territoriales o guerras tribales. En el caso de los neandertales de Goyet, la ausencia de vínculos de parentesco entre las víctimas refuerza la idea de que fueron seleccionadas por su condición de “otras”.

El periodo en que ocurrieron estos hechos, entre 41.000 y 45.000 años antes del presente, coincide con un momento crucial de la prehistoria europea. Los neandertales, aunque aún numerosos, comenzaban a experimentar una notable diversidad cultural y señales de declive demográfico. Mientras tanto, los primeros grupos de Homo sapiens ya se estaban estableciendo en regiones cercanas, como el este de Alemania, lo que aumentaba la competencia por recursos.

En este contexto, la aparición de conductas extremas como el canibalismo selectivo podría interpretarse como una expresión de tensiones crecientes. La llegada de nuevos grupos humanos, con otras tecnologías y formas de organización social, pudo intensificar la presión sobre los neandertales. La cueva de Goyet, con su dramático conjunto de huesos modificados, es hoy uno de los pocos lugares donde se pueden observar estas dinámicas en un registro fósil tangible.

Neandertales
Un nuevo estudio indica que en Goyet el canibalismo neandertal se ensañó principalmente con mujeres y niños. Foto: Istock/Christian Pérez

¿Quiénes fueron los responsables?

Una de las preguntas inevitables es si los autores de estos actos fueron otros neandertales o los recién llegados Homo sapiens. Aunque no puede descartarse completamente la participación de los segundos, todo apunta a que los autores fueron otros grupos neandertales. Las herramientas usadas, el patrón de modificación ósea, y la reutilización de restos como instrumentos son prácticas ampliamente documentadas en contextos neandertales, pero no en los primeros grupos de sapiens conocidos en Europa.

Este detalle es importante porque muestra que el conflicto, la competencia o incluso la violencia ritual no son características exclusivas de nuestra especie. También los neandertales, con su capacidad simbólica y complejidad social, participaron de estrategias de grupo que incluían el rechazo o el sometimiento de los “otros”.

El estudio del yacimiento de Goyet no solo nos habla de canibalismo. Habla también de identidad, de territorio, de conflicto y de cómo los neandertales reaccionaron ante los desafíos de un mundo cambiante. Lejos de ser simples víctimas pasivas de la evolución, estos grupos demostraron tener estructuras sociales complejas y comportamientos adaptativos que incluyeron, en momentos extremos, la violencia organizada hacia forasteros.

A medida que se reevalúan más y más yacimientos con nuevas tecnologías, la imagen que tenemos de los neandertales se enriquece y se matiza. Ya no son los “brutos” del pasado, sino una humanidad paralela con sus luces y sombras, con historias como la de Goyet que nos obligan a repensar cómo fue realmente el final de su existencia en Europa.

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