Un arma de madera hallada en Alemania revela la sorprendente destreza técnica de los humanos prehistóricos: arqueólogos creen que fueron expertos carpinteros

Una sencilla herramienta de madera de hace 300.000 años ha revelado habilidades de caza y carpintería que transforman lo que sabíamos sobre los primeros humanos.
Un arma de hace 300.000 años revela la habilidad de los primeros humanos para trabajar la madera
Un arma de hace 300.000 años revela la habilidad de los primeros humanos para trabajar la madera. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

A orillas de un antiguo lago, en la región de Schöningen (Baja Sajonia, Alemania), un descubrimiento aparentemente modesto ha abierto una nueva ventana al pasado remoto de la humanidad. Se trata de un simple palo de madera, doblemente apuntado, de apenas 77 centímetros. Pero lo que a simple vista parece una rama tallada, resulta ser una sofisticada herramienta de caza fabricada hace unos 300.000 años, mucho antes de que existiera siquiera la idea de “civilización”.

Este objeto, analizado recientemente por un equipo internacional de arqueólogos y científicos mediante técnicas avanzadas como microtomografía computarizada, espectroscopía y modelado 3D, ha revelado un nivel de maestría en el trabajo de la madera que no se había documentado con tanto detalle para una época tan antigua. El estudio, publicado en PLOS ONE, forma parte de un análisis más amplio de los hallazgos del yacimiento de Schöningen, considerado uno de los conjuntos más importantes de herramientas de madera del Paleolítico medio.

No era solo un objeto de madera: era un arma aerodinámica

Lo más fascinante de este hallazgo es que no se trata de una herramienta improvisada. El análisis detallado demuestra que el objeto fue fabricado a partir de una rama de abeto cuidadosamente seleccionada. Esta elección no fue casual: la madera era densa, resistente, pero lo bastante flexible para resistir impactos. La rama fue desbastada, raspada, lijada y curvada deliberadamente para convertirla en una especie de “bumerán” primitivo, diseñado para girar en el aire al ser lanzado.

La herramienta presenta dos extremos puntiagudos, cuidadosamente trabajados para generar penetración sin comprometer la estabilidad del vuelo. Incluso se encontraron marcas de uso y desgaste en la parte central de la lanza, justo donde se habría sostenido con la mano, lo que indica que fue utilizado muchas veces antes de perderse —probablemente— en una jornada de caza y quedar sepultado en el lodo del lago, donde se conservó en condiciones excepcionales.

La madera presenta también una tonalidad oscurecida en los extremos, algo que podría deberse a una exposición controlada al fuego. Aunque el análisis químico no logró confirmar si hubo una carbonización deliberada, los expertos no descartan que los fabricantes conocieran técnicas para endurecer o preservar la madera con calor o grasa animal. Sea como fuere, la complejidad del proceso de fabricación es indiscutible.

Una sofisticada lanza de madera con doble punta de Schöningen, elaborado hace unos 300.000 años
Una sofisticada lanza de madera con doble punta de Schöningen, elaborado hace unos 300.000 años. Foto: Volker Minkus

Tecnología prehistórica olvidada

Este arma forma parte de un nivel estratigráfico del yacimiento de Schöningen donde se han encontrado otros objetos de madera, incluyendo al menos diez lanzas más largas. Estas armas de caza fueron halladas junto a huesos de caballos y ciervos con marcas de carnicería, lo que sugiere una intensa actividad de caza organizada. Sin embargo, a diferencia de las lanzas, este tipo de lanza corta y doblemente apuntada no había sido objeto de un estudio tan profundo… hasta ahora.

Los expertos creen que este tipo de lanzas se utilizaban para cazar animales pequeños y medianos, como liebres, aves o incluso ciervos jóvenes. Eran lanzados en rotación, como un bumerán, y podían alcanzar presas a una distancia de hasta 30 metros. Su ligereza permitía un uso repetido, y su diseño curvo mejoraba la precisión y estabilidad del lanzamiento.

La existencia de este tipo de arma desmonta una idea muy arraigada en la arqueología: que el uso sistemático de herramientas de madera complejas comenzó mucho más tarde. Este hallazgo demuestra que ya hace 300.000 años, los humanos del Pleistoceno no solo sabían tallar piedra, sino que tenían un conocimiento profundo de los materiales naturales y eran capaces de planificar con antelación la creación de herramientas eficaces y reutilizables.

¿Quiénes lo fabricaron?

Una de las grandes incógnitas del yacimiento de Schöningen es la identidad de sus habitantes. No se han encontrado restos humanos directos en el sitio, lo que impide determinar con certeza qué especie fabricó estas herramientas. Las posibilidades más plausibles son los neandertales primitivos o el enigmático Homo heidelbergensis, un ancestro común de los neandertales y quizás incluso de los humanos modernos.

Independientemente de su identidad, está claro que estos grupos humanos compartían capacidades cognitivas complejas: sabían organizarse, cazar en grupo, y manejar con destreza herramientas adaptadas a distintos tipos de presas. La diversidad de armas halladas en Schöningen es un testimonio silencioso de esa sofisticación tecnológica.

El equipo aplicó técnicas avanzadas para estudiar un bastón arrojadizo de madera de doble punta y generar un modelo en 3D
El equipo aplicó técnicas avanzadas para estudiar un bastón arrojadizo de madera de doble punta y generar un modelo en 3D. Foto: Universidad de Reading

Otro de los aspectos más intrigantes del estudio es la hipótesis del uso infantil. El tamaño, peso y facilidad de manejo de la lanza lo harían ideal para el aprendizaje. Esto, sumado al hallazgo reciente de huellas infantiles en el mismo yacimiento, sugiere que los niños formaban parte de las actividades de caza desde edades tempranas.

En culturas cazadoras-recolectoras actuales, los niños aprenden lanzando palos o piedras mucho antes de empuñar armas letales. Es posible que estas lanzas sirvieran como herramientas de entrenamiento o incluso que formaran parte de la caza real, permitiendo que toda la comunidad participara de la subsistencia. Si esta interpretación es correcta, nos encontramos ante una de las primeras evidencias arqueológicas del aprendizaje colaborativo en la evolución humana.

La "memoria" de la madera

Que un objeto de madera haya resistido 300.000 años es ya de por sí extraordinario. Su conservación ha sido posible gracias a las condiciones anóxicas del sedimento lacustre donde fue enterrado. Pero más allá de su longevidad física, este objeto guarda una memoria mucho más valiosa: la de un mundo donde el conocimiento era transmitido de generación en generación, sin escritura ni planos, solo a través de la práctica y la observación.

Esta lanza de caza es una cápsula del tiempo, una prueba tangible de que los humanos, incluso en sus fases más remotas, ya poseían creatividad, técnica, sensibilidad y una profunda conexión con el entorno natural.

El hallazgo reabre el debate sobre cuánto sabían realmente los humanos prehistóricos. Durante décadas se los representó como criaturas torpes, incapaces de pensar más allá del momento inmediato. Pero la arqueología del siglo XXI está desmontando esos prejuicios uno por uno.

La lanza de Schöningen no solo nos habla de habilidades técnicas; también sugiere planificación, cooperación, transmisión de conocimientos e incluso la participación activa de los más jóvenes en tareas fundamentales. Lejos de ser un simple palo, este objeto obliga a replantear muchos aspectos sobre cómo vivían —y pensaban— nuestros antepasados.

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