Un estudio histórico cambia la cronología del Antiguo Egipto y rompe el mito del volcán de Santorini, obligando a reescribir su historia

Un nuevo estudio demuestra que el gran volcán de Santorini explotó antes del Imperio Nuevo egipcio, retrasando casi un siglo el inicio de la dinastía de Tutankamón.
La historia del origen del Antiguo Egipto se reescribe tras revelarse una nueva cronología para su época de mayor esplendor
La historia del origen del Antiguo Egipto se reescribe tras revelarse una nueva cronología para su época de mayor esplendor. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez/Istock

Durante siglos, uno de los enigmas más persistentes del Mediterráneo oriental ha sido la fecha exacta en que explotó el volcán de Thera (actual Santorini), un evento catastrófico que arrasó la ciudad minoica de Akrotiri y sembró de cenizas el cielo sobre Creta y otras regiones. Aunque su huella es visible en capas de ceniza dispersas por todo el mar Egeo, su lugar en el calendario histórico siempre ha sido un territorio de disputa.

Ahora, un nuevo estudio ha resquebrajado uno de los pilares de la cronología tradicional egipcia. Un equipo de investigadores ha logrado, por primera vez, realizar una comparación directa entre los restos arqueológicos del Antiguo Egipto y los residuos del cataclismo volcánico más importante del segundo milenio a.C. El resultado ha sido revelador: la erupción de Thera ocurrió antes del ascenso del faraón Ahmose, lo que desplaza el nacimiento de la gloriosa XVIII Dinastía egipcia hacia una fecha más tardía de lo que se creía.

El hallazgo que reescribe la historia

En un giro inesperado, los protagonistas de este ajuste cronológico no fueron monumentos colosales ni papiros ocultos, sino fragmentos discretos conservados en vitrinas y almacenes de museos británicos: un ladrillo de adobe con el sello de Ahmose, una tela funeraria y varias figuras funerarias de madera (shabtis), halladas en necrópolis de Abydos y Tebas.

La investigación, liderada por especialistas de la Universidad Ben-Gurión del Néguev y la Universidad de Groningen, y cuyos resultados fueron publicados en PLOS One, logró obtener muestras de estos objetos para su análisis mediante radiocarbono. Estos restos orgánicos —paja de ladrillos, lino y madera— proporcionaron una ventana directa al momento en que fueron fabricados. Y, lo más importante, permitieron ubicarlos con precisión en el marco temporal de los reyes que unificaron Egipto tras la era de los hicsos.

Hasta ahora, muchos académicos situaban la gran erupción de Santorini entre 1600 y 1500 a.C., en algún momento dentro del inicio del Imperio Nuevo de Egipto, probablemente durante el reinado de Ahmose (Amosis I) o incluso de Hatshepsut o Tutmosis III. Las nuevas fechas revelan una realidad diferente: cuando Thera explotó, Egipto todavía no había sido reunificado bajo un solo trono. El evento, de hecho, habría sucedido durante la llamada Segunda Edad Intermedia, un periodo menos documentado, caracterizado por la fragmentación política y la presencia de gobernantes extranjeros en el Delta.

Un ladrillo de adobe procedente del templo de Ahmose en Abydos, conservado en el British Museum y marcado con su nombre real Nebpehtire, ha sido datado por radiocarbono. Los resultados sitúan el inicio de la Dinastía XVIII más tarde de lo que se pensaba, apoyando una cronología baja
Un ladrillo de adobe procedente del templo de Ahmose en Abydos, conservado en el British Museum y marcado con su nombre real Nebpehtire, ha sido datado por radiocarbono. Los resultados sitúan el inicio de la Dinastía XVIII más tarde de lo que se pensaba, apoyando una cronología baja. Foto: H.J. Bruins

Cenizas que cruzaron el mar

El impacto del estallido de Thera fue colosal. En pocos días, sus cenizas llegaron a Creta, se depositaron en el lecho marino frente a Israel e incluso se han rastreado fragmentos de piedra pómez en las costas egipcias. Para los habitantes del Mediterráneo, fue una calamidad sin precedentes, quizá percibida como una intervención divina. En Egipto, algunos egiptólogos han relacionado esta explosión con la misteriosa “Estela de la Tormenta” de Ahmose, que describe un temporal apocalíptico que devastó templos y ciudades. Sin embargo, si la nueva cronología es correcta, la famosa tormenta no fue consecuencia del volcán, sino un fenómeno distinto.

Lo sorprendente es cómo la ciencia ha permitido romper un círculo vicioso: hasta ahora, muchos investigadores ajustaban las cronologías egeas y cananeas basándose en la egipcia, considerada más sólida. Pero al aplicar radiocarbono a materiales asociados directamente a faraones conocidos —y no solo a contextos culturales—, los investigadores lograron por fin comparar con independencia dos realidades históricas que antes solo se podían conectar mediante hipótesis.

Ahmose I
Ahmose, cuyo nombre completo era Nebpehtyra Ahmose, es recordado como el monarca que dio inicio a la poderosa Dinastía XVIII, marcando el renacer del Imperio Nuevo egipcio. Hoy lo conocemos comúnmente como Ahmose I. Foto: Wikimedia/Christian Pérez

Una dinastía que llegó más tarde de lo esperado

El faraón Ahmose es una figura clave: derrotó a los hicsos, unificó Egipto y sentó las bases del periodo más glorioso de su historia. El esplendor arquitectónico, militar y artístico que alcanzaría el país durante los reinados de Hatshepsut, Amenhotep III o Ramsés II comenzó con él. Mover su reinado unas pocas décadas en el calendario puede parecer poco, pero sus implicaciones son profundas. Significa que los intercambios entre Egipto, Creta y Canaán se produjeron en contextos geopolíticos distintos a los supuestos. Significa también que el equilibrio de poder en el Mediterráneo fue más fluido y cambiante de lo que se pensaba.

Además, reubicar el ascenso de la Dinastía XVIII obliga a repensar otros eventos conectados, desde guerras y alianzas hasta la evolución de estilos artísticos y formas de enterramiento. La arqueología, una vez más, demuestra que incluso las cronologías más aceptadas pueden tambalearse cuando se aplican nuevas tecnologías a materiales olvidados.

Este descubrimiento no habría sido posible sin el acceso excepcional a los objetos egipcios conservados en el British Museum y el Petrie Museum. Algunos, como el ladrillo del templo de Ahmose en Abydos, llevaban años en exposición sin que nadie se planteara que podían contener claves ocultas para reconstruir la historia. Otros, como los shabtis de madera, estaban guardados en cajas, fuera del alcance del público. Esta combinación de patrimonio museístico y tecnología de datación por AMS (Acelerador de Espectrometría de Masas) abre nuevas posibilidades para futuras investigaciones.

El equipo no utilizó análisis estadísticos complejos como los modelos bayesianos habituales en arqueología, ya que los objetos no formaban una secuencia cronológica clara. En lugar de ello, compararon directamente las fechas sin calibrar en años radiocarbónicos, un enfoque que permitió establecer con claridad que los objetos egipcios eran más recientes que los restos vinculados a la erupción.

Al reexaminar objetos egipcios antiguos —como un ladrillo con el nombre de un faraón grabado—, los investigadores lograron ajustar la línea temporal del Antiguo Egipto
Al reexaminar objetos egipcios antiguos —como un ladrillo con el nombre de un faraón grabado—, los investigadores lograron ajustar la línea temporal del Antiguo Egipto. Foto: Wikimedia/Christian Pérez

Un Mediterráneo en movimiento

El reajuste cronológico también invita a reconsiderar las dinámicas de movilidad, comercio y cultura en el Mediterráneo. Si el volcán de Santorini explotó antes de la unificación de Egipto, los efectos sociales y ambientales de esa catástrofe no impactaron sobre un Egipto fuerte y centralizado, sino sobre un territorio fragmentado, probablemente con reinos menores y conflictos internos.

Esto podría explicar por qué Egipto no dejó registros explícitos del evento, a diferencia de otras culturas que sí parecen haber sufrido o representado grandes catástrofes naturales en sus mitologías. También ayuda a entender cómo se articularon las redes de intercambio en esa época: en un mundo menos jerárquico, los vínculos entre culturas eran probablemente más horizontales y espontáneos.

El valor simbólico de este descubrimiento es también una lección sobre el poder del detalle. Un ladrillo olvidado, una tela sepultada hace más de tres mil años, y unas figurillas de madera fueron capaces de poner en cuestión décadas de consensos historiográficos. Los museos y sus fondos, a menudo vistos solo como espacios de conservación, vuelven a situarse en el centro de la producción de conocimiento.

Y es que, en ocasiones, las respuestas a los grandes misterios no están bajo toneladas de tierra, sino en los objetos que miramos cada día sin verlos.

Referencias

  • Hendrik J. Bruins, Johannes van der Plicht. The Minoan Thera eruption predates Pharaoh Ahmose: Radiocarbon dating of Egyptian 17th to early 18th Dynasty museum objects. PLOS One, 2025; 20 (9): e0330702 DOI: 10.1371/journal.pone.0330702

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