Hace más de dos milenios, cuando las pirámides de Guiza y los templos del Alto Egipto ya se consideraban monumentos antiguos, algunos visitantes procedentes de Chipre decidieron inscribir sus nombres en la vetusta piedra. Lo hicieron con un gesto tan humano como universal: dejar constancia de su paso ante lo que les maravillaba. Un reciente estudio de la investigadora Beatrice Pestarino, publicado en el Journal of Ancient History, analiza de forma integral estos grafitis, escritos entre los siglos VI y IV a. C., y propone una lectura innovadora que nos acerca a las poblaciones del pasado.
Asombro, desconcierto e identidad: los primeros "turistas" del Mediterráneo
El artículo de Pestarino reúne más de 140 inscripciones grabadas en la antigüedad por chipriotas, en su mayoría viajeros y mercenarios, en monumentos de lugares como Guiza, Karnak y Abidos. Mediante un enfoque socio-cognitivo, la autora argumenta que estos textos revelan cómo los individuos del pasado reaccionaron, desde el punto de vista emocional y cognitivo, ante paisajes cuya grandeza les sobrepasaba, de manera muy parecida a como lo hacemos hoy frente a los grandes monumentos.
Pestarino observa que muchos de estos visitantes se enfrentaron a los templos y pirámides con una mezcla de admiración y desorientación. Según la estudiosa, el asombro, así como la distancia del lugar de origen, podían socavar el sentido de identidad individual. En este contexto, la escritura del propio nombre servía para reafirmarlo. Escribir sobre la piedra era, entonces, un acto de adaptación cognitiva: una forma de “ocupar” simbólicamente un espacio ajeno.

El contexto chipriota
A diferencia de los jeroglíficos egipcios, los grafitis chipriotas se escribieron en una variedad de sistemas que coexistían en la isla: el silabario chipriota, el eteochipriota y el alfabeto fenicio. Esta diversidad refleja la fragmentación política de Chipre en pequeñas ciudades autónomas, pero también la complejidad cultural de sus gentes, capaces de viajar por todo el Mediterráneo oriental.
Durante los periodos Arcaico y Clásico, Chipre mantenía una intensa red de contactos con Egipto. Sus habitantes viajaban como comerciantes, artesanos, soldados o peregrinos. Muchos servían como mercenarios en los ejércitos faraónicos, sobre todo durante los reinados saítas y en el marco de los conflictos del siglo IV a. C. con Persia. Estos grafitis los sitúan entre los primeros viajeros extranjeros que se pueden identificar en la historia antigua de Egipto.
El corpus documentado incluye 135 grafitis en silabario chipriota, 11 en alfabeto griego y uno en fenicio. Algunos son digráficos, con las dos escrituras superpuestas, prueba de que los chipriotas dominaban varios sistemas de escritura y vivían en una cultura lingüísticamente híbrida. Un ejemplo notable lo ofrece Filocreonte, hijo de Timas de Salamina, quien escribió su nombre tanto en griego alfabético como silábico. Otro ejemplo, el de Balsamón de Ledra, combina un nombre de raíz fenicia (“Ba‘al ha escuchado”) con un patronímico griego, un dato que revela la pluralidad étnica de las familias de la isla.

De turistas a miembros de la comunidad: el valor social del grafiti
El estudio aplica a la antigüedad las teorías sociológicas actuales sobre la escritura mural. En las sociedades modernas, los autores de grafitis se definen a sí mismos como outsiders o forasteros respecto al orden social, pero insiders o personas informadas dentro de su propio grupo. Pestarino sugiere que los chipriotas que grabaron sus nombres en Egipto actuaban del mismo modo. Aunque eran extranjeros, se integraban en el paisaje al dejar huellas reconocibles en los monumentos de su propia pertenencia.
Los alfabetos y silabarios utilizados en la composición de los grafitis operaron como emblemas de identidad. En un entorno multicultural y plurilingüe como el egipcio, escribir en el propio sistema de escritura equivalía a declarar el lugar de origen, a la manera de un “código postal” antiguo. Se convertía en una marca visible de pertenencia territorial y, en consecuencia, de expresión emocional.
El artículo de Pestarino, además, subraya la sorprendente continuidad de esta práctica. En el Chipre contemporáneo se han documentado grafitis escritos nuevamente en el silabario chipriota, como el que un artista pintó en 2021 en Anthoupoli, cerca de Nicosia. Dos milenios después, por tanto, la antigua escritura sigue siendo un signo de identidad colectiva, utilizada ahora como reivindicación cultural.

Los chipriotas en Egipto: turistas y mercenarios
Entre los ejemplos más reveladores se encuentra un grafiti del siglo V a. C. grabado en la Gran Pirámide de Keops. El texto, escrito en el silabario chipriota, dice: “Kratandros, de Stasinos. Themitó, de Morandros”. El nombre femenino parece indicar, según la estudiosa, que se trataba de una pareja de viajeros, probablemente turistas.
La mayoría de las inscripciones, sin embargo, proceden de soldados chipriotas que sirvieron en Egipto. Durante el siglo IV a. C., el rey Evágoras I de Salamina se alió con el faraón Acoris contra los persas, por lo que envió tropas al valle del Nilo. En templos como el de Seti I en Abidos o la capilla de Acoris en Karnak, los mercenarios grabaron sus nombres junto a los de sus compañeros hasta el punto de crear verdaderos “murales de camaradería”. En algunos casos, los soldados añadieron apodos como “el zurdo” o “el famoso", expresión tanto de sentido del humor como de pertenencia dentro del grupo.
Estos grafitis también mencionan tanto las ciudades de origen —Salamina, Ledra, Pafos o Soli— como aldeas hoy desaparecidas, tal que Solipotamia o Kariopotamia. Gracias a ellos, conocemos topónimos chipriotas que, de otro modo, se habrían perdido para la historia.

Escribir como rito: el “yo vi” y los grafitis de carácter religioso
Algunos visitantes chipriotas recorrieron el antiguo Egipto en calidad de peregrinos. En Abidos, centro del culto de Osiris, un tal Filanos grabó una fórmula en griego que declara: “Filanos… vio y contempló”. Según Pestarino, se trata de una alusión directa a la theōria, el viaje sagrado de contemplación practicado por los griegos. Escribir que se "ha visto” equivalía a certificar una experiencia religiosa y a vincularse al santuario. La autora ha identificado, además, otros textos con fórmulas semejantes, cercanos a los grafitis griegos y fenicios del mismo lugar. Ello sugiere que los chipriotas no solo eran soldados o curiosos, sino también peregrinos integrados en las costumbres devocionales locales.
Identidad, alfabetización y emociones
A partir de este corpus, Beatrice Pestarino concluye que los grafitis chipriotas de Egipto ofrecen una valiosa radiografía de la sociedad de la isla. Reflejan un nivel de alfabetización más amplio de lo que se pensaba, una notable movilidad geográfica y una conciencia de grupo expresada gracias a la escritura. También muestran cómo la cultura visual del paisaje, ya fuera a través de la pirámide o del templo, podía suscitar emociones tan fuertes que impulsaban a inscribir el propio nombre como acto de afirmación.
Referencias
- Pestarino, Beatrice. 2025. "'I see wonderful things!' Socio-cognitive experience of Cypriot graffiti in ancient Egypt". Journal of Ancient History, vol. 13.1: 28-51. DOI: https://doi.org/10.1515/jah-2024-0009