Los camaleones siempre han fascinado por su apariencia extravagante y sus habilidades sorprendentes. Uno de sus rasgos más peculiares, visible incluso para el observador más casual, es su capacidad para mover los ojos de forma independiente. Mientras un ojo apunta hacia adelante, el otro puede girar en otra dirección, como si cada globo ocular funcionara por su cuenta. Este comportamiento ha desconcertado a naturalistas, filósofos y científicos desde hace más de dos milenios, inspirando teorías de todo tipo, desde la antigua Grecia hasta la era moderna.
Ahora, gracias a tecnologías de escaneo en 3D y a una revisión exhaustiva de la literatura científica, un grupo internacional de investigadores ha revelado una estructura anatómica que nunca se había descrito antes: los nervios ópticos de los camaleones están enroscados como un muelle. Esta adaptación permitiría una movilidad ocular sin precedentes entre los vertebrados, explicando así cómo estos reptiles logran mover los ojos de forma tan extrema sin dañar el tejido nervioso.
Una anatomía fuera de lo común
Los camaleones no solo cambian de color ni lanzan la lengua a velocidades extraordinarias. También tienen ojos grandes, móviles e independientes, que les permiten explorar su entorno de forma continua sin necesidad de mover la cabeza. Hasta ahora, se sabía poco sobre qué mecanismos internos facilitaban este movimiento. El nuevo estudio, publicado en Scientific Reports, demuestra que los camaleones tienen nervios ópticos significativamente más largos y en forma de espiral que los de otros reptiles comparables.
Esto fue posible gracias al uso de escáneres de tomografía computarizada con contraste, una técnica que permite observar tejidos blandos sin necesidad de diseccionar. La investigación se basó en el análisis de 34 especies de reptiles escamosos, entre ellos tres especies de camaleones muy distintas en tamaño y hábitat. Los autores describen que, en todos los camaleones analizados, los nervios que conectan los ojos con el cerebro recorren un camino enrevesado, lleno de vueltas y ángulos de 90 grados, en lugar de seguir una línea recta como en la mayoría de los vertebrados.
“Los camaleones han desarrollado un nervio óptico más largo y enrollado que probablemente proporcione holgura para reducir la tensión durante las rotaciones oculares extensas”, señalan los autores.

Un rasgo que se forma antes de nacer
El equipo no solo estudió camaleones adultos, sino también embriones del camaleón velo (Chamaeleo calyptratus). Al analizar tres etapas del desarrollo embrionario, comprobaron que los nervios ópticos comienzan siendo rectos y luego, conforme el embrión madura, se van alargando y formando los bucles característicos que se observan en los adultos.
Este hallazgo indica que la estructura enrollada del nervio óptico no es una consecuencia del uso o del movimiento, sino que está determinada genéticamente y se desarrolla antes del nacimiento, en sincronía con otras adaptaciones visuales del camaleón. Cuando los individuos emergen del huevo, ya están equipados con ojos completamente funcionales y capaces de moverse de forma independiente.
Los investigadores compararon estos resultados con otros reptiles arborícolas y encontraron que ningún otro grupo presentaba un patrón tan marcado de enrollamiento. Esto sugiere que la holgura extra proporcionada por los nervios espirales sería una adaptación única de los camaleones para compensar su limitada movilidad del cuello.

Una evolución moldeada por las copas de los árboles
La vida en los árboles ha exigido a los camaleones un conjunto de adaptaciones altamente especializadas: colas prensiles, extremidades en forma de pinza, colores que se modifican, y ahora también, nervios ópticos en espiral. Todas estas características les permiten permanecer inmóviles durante largos periodos, moverse lentamente y actuar con rapidez solo en el momento de capturar a sus presas con su lengua.
La investigación plantea que el enrollamiento de los nervios ópticos proporciona una reserva de longitud adicional, lo que permite a los ojos girar sin tirar bruscamente del nervio ni ejercer tensión sobre el tejido. Esta “holgura”, como la llaman los autores, podría ser equivalente a la que ofrece un cable telefónico en espiral, una comparación simple pero eficaz para entender el funcionamiento del sistema.
La pérdida de algunos huesos del cráneo también habría favorecido esta capacidad. En particular, la ausencia del hueso epipterigoideo en los camaleones elimina una barrera estructural que podría limitar el movimiento lateral de los nervios. Todo esto sugiere que la evolución de los camaleones ha seguido una trayectoria única entre los reptiles, impulsada por las exigencias de su estilo de vida arbóreo.

Una revisión histórica de dos mil años
El estudio también revisa los debates históricos sobre la anatomía del camaleón. Aristóteles fue uno de los primeros en teorizar sobre este animal, pero su explicación fue incorrecta: propuso que los camaleones no tenían nervios ópticos y que los ojos estaban conectados directamente al cerebro. Siglos más tarde, Domenico Panaroli propuso que los nervios ópticos de los camaleones no se cruzaban como en otros animales, lo que explicaría su capacidad de mover los ojos de forma independiente.
Isaac Newton, en su libro Opticks (1704), retomó la teoría de Panaroli. Sin embargo, en 1669, el anatomista francés Claude Perrault ya había ilustrado con detalle los nervios ópticos de un camaleón, mostrando que sí existía un cruce (el quiasma óptico), pero esta visión fue ignorada durante siglos. La nueva investigación confirma que, pese al cruce, la estructura de los nervios es radicalmente distinta, lo que permite comprender por fin el fenómeno.

El poder de la tecnología digital
El avance ha sido posible gracias al uso de técnicas de microtomografía digital y a plataformas abiertas como oVert, una iniciativa que ofrece modelos anatómicos 3D gratuitos para investigadores y educadores. Los autores destacan que, durante siglos, la disección tradicional desplazaba o dañaba los nervios ópticos, impidiendo reconocer su forma verdadera. La imagen digital ha permitido por fin observar esta estructura en su lugar y sin alteraciones, algo que abre nuevas vías para el estudio de la evolución visual en reptiles.
“A pesar de siglos de observación de los ojos del camaleón, la disposición única in situ de sus nervios ópticos no se había descrito”, afirman los autores.
Esto pone en valor la combinación de técnicas modernas, colaboración internacional y acceso abierto a bases de datos anatómicas como herramienta para responder preguntas que llevaban siglos sin respuesta.
Más allá del camaleón
Aunque el estudio se centra en los camaleones, sus implicaciones podrían ir más allá. Los autores sugieren que otras especies arborícolas con ojos grandes, como ciertos anoles o gecos, podrían haber desarrollado adaptaciones neurológicas similares. La clave estaría en el equilibrio entre la movilidad del ojo, el tamaño del globo ocular y la restricción física impuesta por el cráneo o el entorno.
También se menciona que, en algunos animales como los ratones o los humanos, los nervios ópticos presentan cierta flexibilidad gracias a fibras onduladas, pero ningún otro vertebrado conocido posee una espiral tan definida como la hallada en los camaleones. Por eso, esta especie representa un caso extremo de especialización visual entre los vertebrados.
lL naturaleza aún guarda secretos
Este trabajo demuestra que, incluso en organismos bien conocidos, todavía hay aspectos por descubrir. Que algo tan llamativo como el movimiento ocular del camaleón haya tardado tanto en ser comprendido invita a mirar con nuevos ojos lo que parecía ya resuelto. La ciencia, en ocasiones, no necesita más que una buena pregunta, una nueva técnica y la disposición de revisar lo que ya se daba por sabido.
Como resumen perfecto de este hallazgo, los autores subrayan que los camaleones “poseen un nervio óptico con una trayectoria en espiral extrema”, una característica nunca documentada antes en reptiles . Y con ello, un viejo misterio anatómico por fin encuentra respuesta.
Referencias
- Emily Collins, Aaron M. Bauer, Raul E. Diaz Jr., Alexandra Herrera-Martínez, Esteban Lavilla, Edward L. Stanley, Monte L. Thies y Juan D. Daza. A new twist in the evolution of chameleons uncovers an extremely specialized optic nerve morphology. Scientific Reports. https://doi.org/10.1038/s41598-025-20357-3