Un hallazgo histórico arroja nueva luz sobre el misterioso origen del barco Hjortspring, la nave de guerra más conocida de la Edad del Hierro y la más antigua de Escandinavia

Un análisis científico sin precedentes revela el origen, la edad exacta y hasta la huella de un guerrero en el barco de guerra más antiguo de Escandinavia.
El misterio del barco de Hjortspring y el origen olvidado de la guerra naval en el norte de Europa
El misterio del barco de Hjortspring y el origen olvidado de la guerra naval en el norte de Europa. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

Durante más de un siglo, el llamado barco de Hjortspring ha sido una pieza clave —y al mismo tiempo un enigma— para comprender los orígenes de la navegación y la guerra en la Europa del norte. Hallado en una turbera danesa a comienzos del siglo XX y conservado hoy en el Museo Nacional de Dinamarca, este es el barco de tablones más antiguo conservado del norte de Europa, una embarcación de casi 20 metros de eslora construida sin clavos, cosida literalmente con cuerdas vegetales.

Sabíamos desde hace décadas que no se trataba de una simple nave de pesca. En su interior aparecieron decenas de lanzas, escudos y armas suficientes para equipar a una pequeña fuerza armada. Todo apuntaba a un episodio violento: un grupo de guerreros que atacó la isla de Als, fue derrotado y cuyo barco fue hundido ritualmente en un pantano como ofrenda de victoria. Sin embargo, dos preguntas fundamentales seguían abiertas desde hacía más de cien años: cuándo se construyó exactamente el barco y, sobre todo, de dónde procedían aquellos atacantes.

Un nuevo estudio científico publicado en PLOS One ha cambiado de forma decisiva este panorama. Gracias al análisis de materiales olvidados durante décadas en los archivos de los museos, un equipo internacional de investigadores ha logrado aportar las primeras pruebas directas sobre la cronología, la tecnología y el posible origen geográfico del barco de Hjortspring, reescribiendo parte de la historia marítima de la Edad del Hierro en Escandinavia.

Un barco cosido con fibras vegetales y pensado para la guerra

El barco de Hjortspring pertenece a una tradición naval muy anterior a los famosos drakkars vikingos. Está construido con tablones de madera de tilo, unidos mediante un complejo sistema de costuras realizadas con cuerdas de fibras vegetales, probablemente extraídas de la corteza del mismo árbol. Este sistema proporcionaba flexibilidad y ligereza, dos cualidades esenciales para navegar en aguas abiertas con remos o palas.

Según detalla el estudio, estas cuerdas no eran un elemento secundario: formaban parte esencial de la estructura del barco. El análisis microscópico y experimental de los fragmentos conservados demuestra un nivel técnico sorprendente, fruto de una larga tradición artesanal. No estamos ante una embarcación improvisada, sino ante el resultado de siglos de conocimiento náutico acumulado, con raíces claras en la Edad del Bronce.

El barco de Hjortspring tal y como se expone en la actualidad en el Museo Nacional de Dinamarca. Imagen de Boel Bengtsson, basada en el estudio de Fauvelle y su equipo
El barco de Hjortspring tal y como se expone en la actualidad en el Museo Nacional de Dinamarca. Imagen de Boel Bengtsson, basada en el estudio de Fauvelle y su equipo (2025, PLOS One)

El diseño del casco, además, guarda un notable parecido con las embarcaciones representadas en petroglifos escandinavos mucho más antiguos. Esta continuidad formal refuerza la idea de que el Hjortspring no fue una excepción, sino parte de una cultura marítima bien establecida en el norte de Europa mucho antes del mundo vikingo.

La primera fecha directa: una nave del siglo IV a. C.

Uno de los grandes logros del nuevo trabajo ha sido obtener, por primera vez, una datación directa del barco. Hasta ahora, las fechas se basaban en comparaciones tipológicas y en restos de madera que no podían analizarse correctamente debido a los productos químicos usados para su conservación a comienzos del siglo XX.

La clave estaba en unos pequeños fragmentos de cuerda que habían pasado desapercibidos durante décadas. Al no haber sido tratados con conservantes modernos, estos restos permitieron realizar análisis de radiocarbono fiables. El resultado sitúa el uso del barco entre finales del siglo IV y comienzos del siglo III antes de nuestra era, en plena Edad del Hierro prerromana.

Este dato no solo confirma estimaciones anteriores, sino que las afina de manera decisiva. El Hjortspring no es una reliquia marginal, sino un testimonio directo de un periodo en el que la navegación ya desempeñaba un papel central en la política, la guerra y las relaciones entre comunidades del norte de Europa.

El detalle que lo cambia todo: brea de pino donde no había pinos

Si la datación resolvía una incógnita, el análisis del material de calafateo del barco abrió una cuestión aún más reveladora. Mediante técnicas de cromatografía de gases y espectrometría de masas, los investigadores identificaron una mezcla de grasa animal y brea de pino utilizada para impermeabilizar las juntas del casco.

Comparativa entre el barco de Hjortspring (arriba, modelo 3D realizado por Richard Potter) y representaciones navales bien datadas de la Edad del Bronce, como la espada de Rørby y los grabados rupestres de Sagaholm, junto a un ejemplo de arte de la primera Edad del Hierro procedente de Brastad
Comparativa entre el barco de Hjortspring (arriba, modelo 3D realizado por Richard Potter) y representaciones navales bien datadas de la Edad del Bronce, como la espada de Rørby y los grabados rupestres de Sagaholm, junto a un ejemplo de arte de la primera Edad del Hierro procedente de Brastad. Fuente: Fauvelle et al., 2025, PLOS One

Este hallazgo es crucial. Durante el primer milenio antes de Cristo, Dinamarca apenas contaba con bosques de pinos, debido a la deforestación asociada a la expansión agrícola desde el Neolítico. En cambio, las costas orientales del mar Báltico —desde el sur de Suecia hasta el norte de Polonia— sí conservaban extensas masas de coníferas.

El uso sistemático de brea de pino sugiere que el barco no fue construido en Dinamarca ni en el norte de Alemania, como se había propuesto durante décadas, sino probablemente en alguna región oriental del Báltico. Transportar grandes cantidades de brea a larga distancia era posible, pero poco práctico cuando existían alternativas locales como la brea de abedul o aceites vegetales. Todo indica que los constructores utilizaron el material que tenían más a mano, una pista geográfica tan simple como contundente.

Una huella humana detenida en el tiempo

Entre los fragmentos de calafateo analizados apareció un hallazgo tan inesperado como conmovedor: una huella dactilar humana parcialmente conservada en la brea. No se trata de una recreación ni de una metáfora, sino de una impresión real, dejada probablemente por uno de los tripulantes mientras reparaba el barco.

Aunque la huella no permite identificar edad o sexo con precisión, su mera existencia es excepcional. Las huellas humanas de este periodo son extremadamente raras, y menos aún asociadas a un contexto tan concreto. Es, literalmente, el contacto físico más directo que tenemos con uno de aquellos navegantes de hace 2.400 años.

Más allá de su valor simbólico, la huella refuerza la idea de que el barco fue reparado y mantenido activamente, quizá durante una larga travesía. No era una embarcación ceremonial, sino una herramienta viva de guerra y desplazamiento.

Si el barco llegó a la isla de Als desde la cuenca oriental del Báltico, como sugiere el estudio, eso implica una travesía de cientos de kilómetros por mar abierto. Un viaje así no podía improvisarse. Requería conocimientos náuticos avanzados, coordinación entre tripulaciones y una clara intención estratégica.

Este escenario obliga a replantear la imagen tradicional de la Edad del Hierro en el norte de Europa como un mosaico de comunidades aisladas. El Hjortspring apunta a redes políticas, militares y marítimas de largo alcance, mucho antes de la expansión vikinga. La guerra naval, la planificación de incursiones y el control de rutas marítimas ya formaban parte del paisaje histórico siglos antes de lo que solemos imaginar.

Fotografía de un fragmento de material de calafateo con una huella humana visible a la izquierda y, a la derecha, una tomografía de rayos X de alta resolución de la zona donde se conserva la impresión
Fotografía de un fragmento de material de calafateo con una huella humana visible a la izquierda y, a la derecha, una tomografía de rayos X de alta resolución de la zona donde se conserva la impresión. Fuente: Fauvelle et al., 2025, PLOS One

Un pequeño barco que obliga a reescribir la historia

El nuevo estudio sobre el barco de Hjortspring demuestra que, incluso más de un siglo después de su excavación, los grandes hallazgos del pasado aún pueden ofrecer respuestas inesperadas. Basta con mirarlos de nuevo, con nuevas preguntas y nuevas herramientas.

Unas cuerdas olvidadas, un poco de brea y una huella humana han sido suficientes para devolverle voz a uno de los episodios más antiguos de la guerra naval europea. Y, de paso, recordarnos que la historia no siempre está escrita en grandes monumentos, sino también en los detalles más frágiles que sobreviven al tiempo.

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