Un modelo predictivo milenario: nuevas evidencias del Códice Dresden revelan el eficaz método de los mayas para predecir eclipses solares

Un nuevo estudio desentraña cómo los mayas desarrollaron mecanismos de predicción de los eclipses solares a partir de la observación regular de la luna.
Eclipse solar
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto - Eclipse

Durante décadas, la llamada Tabla de los eclipses del Códice Dresden ha sido uno de los enigmas más persistentes de la astronomía maya. Aunque desde principios del siglo XX se sabía que sus páginas incluían predicciones de eclipses solares, sus fundamentos matemáticos y el proceso de elaboración seguían siendo objeto de debate. Un reciente estudio firmado por John Justeson y Justin Lowry en 2025 proporciona, por fin, una reconstrucción completa del modelo que sustentó esta tabla. Demuestra que los especialistas mayas responsables del cálculo de los calendarios desarrollaron un sistema predictivo basado en siglos de observación y en una sofisticada comprensión de los ciclos lunares. El nuevo análisis revela que la tabla fue el resultado de un largo proceso de refinamiento astronómico que inició alrededor del 350 d. C. y culminó entre 1083 y 1116 d. C.

Un sistema excepcional: los fundamentos para predecir eclipses

Justeson y Lawry sostienen que la predicción de eclipses solo fue posible gracias a la profunda familiaridad que los ajq'ij mayas, esto es, los especialistas responsables de llevar la cuenta del calendario, tenían con el ciclo lunar y el calendario ritual de 260 días. Por lo menos desde el 500 a. C., el calendario adivinatorio se había asociado a los fenómenos lunares y permitía vincular la visibilidad diaria de la luna con una posición dentro del ciclo de 260 días. Esta correlación entre el movimiento lunar y el calendario ritual fue esencial para que los astrónomos mayas pudieran registrar patrones y anticipar eclipses con notable precisión.

La clave de la predicibilidad se halla en la capacidad de reconocer que los eclipses solo pueden darse cuando la luna pasa por los nodos, los puntos donde su órbita corta la eclíptica. Este hecho se produce aproximadamente cada 173 días. Para los mayas, esta periodicidad se expresaba como una sucesión de intervalos de seis lunaciones, aunque a veces se veían obligados a insertar intervalos de once o diecisiete lunaciones para corregir desajustes acumulados. A partir de estas observaciones a lo largo del tiempo, los especialistas elaboraron modelos capaces de predecir eclipses solares visibles desde su territorio.

Códice de Dresden
Páginas del Códice de Dresden. Fuente: Wikimedia

Una tabla que abarca 405 lunaciones: origen y estructura de un modelo avanzado

El estudio demuestra que la Tabla de los eclipses del Códice Dresden registra 69 fechas de luna nueva distribuidas a lo largo de 405 lunaciones, lo que equivale a casi 32 años. De estas fechas, 55 se diseñaron para indicar aquellos días en los que un eclipse solar podía verse en la región maya, mientras que las otras 14 se introdujeron como ajustes formales para mantener el patrón de seis lunaciones entre estaciones sucesivas.

Uno de los hallazgos cruciales que presenta el artículo apunta a que el ciclo de 405 lunaciones no se concebió, en origen, para predecir eclipses, sino como una herramienta de cálculo lunar mucho más general. Resultaba útil porque 405 lunaciones equivalían, aproximadamente, a 11.960 días, una cifra que se acercaba a un múltiplo de 260 días. Esta coincidencia, por tanto, permitió conectar el ciclo lunar con el calendario ritual, lo que, a su vez, facilitó las correlaciones a largo plazo y, más tarde, hizo posible la creación de tablas de eclipses.

Eclipse
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Refinar el modelo: así se crearon y corrigieron sucesivas tablas de eclipses

Uno de los aspectos más innovadores del estudio es la demostración de que la tabla del Códice Dresden fue el resultado final de una serie de tablas previas que se copiaron, corrigieron y ajustaron durante varios siglos. Así, el análisis de los errores de copia, los intervalos acumulados y los patrones internos ha permitido reconstruir 21 secuencias históricas posibles, 16 de las cuales serían incluso anteriores a la primera evidencia epigráfica de un calendario lunar maya (361 d. C.).

Los autores descartan la antigua idea de que cada nueva tabla comenzaba en el último día registrado en la anterior. En su lugar, identifican dos puntos favorables para reiniciar el ciclo: los meses 358 y 223. Esta innovación, argumentan, habría sido esencial para mantener la precisión del sistema al permitir que las tablas se actualizaran sin perder su capacidad predictiva durante milenios.

La sofisticación del mecanismo queda demostrada en el uso combinado de ciclos de 358 y 223 lunaciones, que suman 1655 lunaciones. Este intervalo habría sido especialmente útil porque minimizaba el desplazamiento abnodal y mantenía la previsión de eclipses siempre en sincronía con la realidad astronómica.

Tabla de los eclipses
Tabla de los eclipses. Fuente: Justeson y Lowry, 2025

Determinación de la fecha de la tabla del Códice Dresden

Por otro lado, el trabajo también identifica cuatro posibles intervalos cronológicos en los que pudo redactarse la tabla: 1043–1076, 1076–1108, 1083–1116 y 1116–1148. Cada uno corresponde a un caso en el que un eclipse real ocurrió en el mismo día del calendario ritual que el inicio o el final de la tabla. Tras comparar múltiples variables (frecuencia de eclipses observables, coherencia nodal y simetrías internas), el estudio concluye que las fechas más probables podrían ser 1083–1116 o 1116–1148.

Esta hipótesis implica que la tabla del Códice Dresden representaría la culminación del saber astronómico acumulado durante al menos siete siglos. Su conservación en el manuscrito se debe, quizás, a que tanto su primera como su última estación coincidieron con eclipses reales visibles en territorio maya. Un acontecimiento de tan excepcional rareza habría justificado su inclusión en el códice.

Eclipse
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El legado astronómico de los mayas: una ciencia basada en la observación prolongada

El estudio de Justeson y Lowry subraya que los calendarios mayas fueron instrumentos científicos en constante ajuste. A lo largo de los siglos, los expertos mayas del calendario comprobaron cientos de eclipses, tanto reales como previstos, y ajustaron sus modelos basándose únicamente en observaciones a simple vista. La precisión alcanzada por la tabla solo puede explicarse por este esfuerzo sostenido, acompañado de profundo conocimiento de los ritmos celestes. La Tabla de los eclipses del Códice Dresden es, por tanto, un testimonio de la capacidad intelectual de los mayas para transformar las observaciones astronómicas en modelos predictivos de largo alcance.

Referencias

  • Justeson, J. y J. Lowry. 2025. "The design and reconstructible history of the Mayan eclipse table of the Dresden Codex". Science Advances, 11.43: eadt9039. DOI: 10.1126/sciadv.adt9039

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