Reescribiendo la historia: un vaso de plata de la Edad del Bronce podría mostrar cómo imaginaban los humanos el nacimiento del universo miles de años antes de Babilonia

Un pequeño vaso de plata hallado en Palestina podría ser la representación visual más antigua del nacimiento del universo.
El cáliz de plata de ˁAin Samiya
El cáliz de plata de ˁAin Samiya. Foto: The Israel Museum/Ardon Bar Hama

Durante más de medio siglo, un pequeño vaso de plata hallado en una tumba del Levante ha desconcertado a arqueólogos, historiadores y expertos en mitología. Con apenas ocho centímetros de altura, el llamado "cáliz de ˁAin Samiya" ha sido objeto de múltiples interpretaciones. Durante décadas se creyó que representaba una versión temprana del Enuma Elish, el relato babilónico de la creación del mundo. Pero una nueva investigación, publicada en la revista Journal of the Ancient Near Eastern Society “Ex Oriente Lux”, ha puesto patas arriba esta idea: lo que muestra el vaso podría ser una de las primeras representaciones visuales del orden cósmico, una escena de la creación del universo anterior al famoso mito mesopotámico.

Un artefacto único y olvidado

El cáliz fue descubierto en 1970 en una tumba de la Edad del Bronce Intermedia (c. 2650–1950 a.C.), cerca del pueblo palestino de ˁAin Samiya, en las colinas de Judea. A pesar de su importancia, su estudio ha sido limitado, eclipsado por su rareza y por la falta de paralelos claros. Hasta ahora.

La investigación liderada por el geoarqueólogo suizo Eberhard Zangger, junto a Daniel Sarlo y Fabienne Haas Dantes, propone una lectura radicalmente nueva del objeto. En lugar de tratarse de un episodio concreto de una narrativa mesopotámica, el cáliz de ˁAin Samiya contendría un relato más universal: la transición del caos al orden cósmico, simbolizada a través de figuras mitológicas, soles en distintas fases y una serpiente que pasa de dominante a derrotada.

El vaso presenta dos escenas sucesivas, dispuestas de manera que parecen narrar una transformación. En la primera, una figura híbrida con torso humano y patas de toro sostiene dos plantas, flanqueada por una gran serpiente y un pequeño símbolo solar. La composición transmite un ambiente de caos, donde las fuerzas aún no han sido separadas ni dominadas.

En la segunda escena, la situación ha cambiado por completo. Dos figuras humanas, ahora vestidas con túnicas y tocados elaborados, sostienen una forma creciente que encierra un disco solar con rostro humano. Debajo, la misma serpiente que antes se erguía con poder aparece ahora encorvada, sumisa. El contraste entre ambas escenas sugiere un paso simbólico del desorden a un mundo estructurado, donde el sol brilla plenamente y los dioses ejercen su autoridad.

Investigadores de la Fundación Luwian interpretaron las escenas grabadas en la copa, que, según su análisis, narran un relato mitológico en el que las divinidades instauran el orden a partir del caos
Investigadores de la Fundación Luwian interpretaron las escenas grabadas en la copa, que, según su análisis, narran un relato mitológico en el que las divinidades instauran el orden a partir del caos. Fuente: Eberhard Zangger/Luwian Studies Foundation

Lejos de ser una representación de una batalla cósmica, como planteaban interpretaciones anteriores inspiradas en el Enuma Elish, esta lectura enfatiza una creación pacífica, ordenada, un ciclo donde el caos no es destruido sino transformado y contenido.

La barca celeste y sus ecos en civilizaciones vecinas

Uno de los elementos más intrigantes del vaso es la forma creciente sostenida por las dos figuras humanas en la segunda escena. Para los autores del nuevo estudio, no se trata de una luna ni de un símbolo abstracto, sino de una “barca celeste”: un icono que aparece en muchas culturas del Próximo Oriente para representar el vehículo que transporta al sol o a la luna por el cielo.

Esta idea no es nueva en el imaginario del mundo antiguo. En Egipto, la barca solar era esencial para explicar el viaje del dios Ra a través del cielo y del inframundo. En el santuario hitita de Yazılıkaya, en Anatolia central, aparecen toros antropomorfos que sostienen una forma similar, también relacionada con el movimiento astral. Lo sorprendente es que el vaso de ˁAin Samiya, con 4.300 años de antigüedad, podría ser una de las representaciones más tempranas conocidas de este símbolo.

El equipo investigador también ha conectado este motivo con otro hallazgo poco conocido: un prisma de la Edad del Bronce hallado en Lidar Höyük, Turquía, donde también aparece la barca celeste. Este hallazgo, olvidado durante décadas en un almacén arqueológico, refuerza la idea de una iconografía común que se extendía por el Próximo Oriente mucho antes de la aparición de los grandes imperios.

La tumba y el contexto del hallazgo

El vaso fue hallado en una tumba sellada y sin saquear, un caso excepcional en la arqueología de la región. Estaba acompañado de otros objetos funerarios, como lámparas, puntas de lanza y cuentas de ámbar, lo que sugiere que el difunto pertenecía a una élite local. Pero más allá del estatus del enterrado, lo que destaca es el simbolismo del vaso: un objeto lujoso que parece diseñado no para ser usado, sino para comunicar una cosmovisión, tal vez para acompañar el alma del difunto en su tránsito al más allá.

Durante este periodo, conocido como Edad del Bronce Intermedia, el sur del Levante no tenía grandes ciudades ni estructuras estatales. La sociedad estaba organizada en pequeños grupos tribales o clanes, con una cultura material modesta. En este contexto, un vaso de plata con un mensaje cosmológico tan complejo es aún más excepcional. ¿Fue un encargo? ¿Un regalo? ¿Un objeto importado desde el norte? Los investigadores sugieren que fue fabricado en el norte de Mesopotamia o en Siria, donde había acceso al metal y tradiciones artísticas más desarrolladas.

Los autores señalan que el prisma de Lidar Höyük, descubierto en Turquía en la década de 1980, incluye igualmente la representación de una barca celeste, un detalle que reforzaría su propuesta sobre el origen y la tradición iconográfica del vaso
Los autores señalan que el prisma de Lidar Höyük, descubierto en Turquía en la década de 1980, incluye igualmente la representación de una barca celeste, un detalle que reforzaría su propuesta sobre el origen y la tradición iconográfica del vaso. Fuente: Eberhard Zangger/Luwian Studies Foundation

Pero, como todo en arqueología, esta nueva interpretación no ha estado exenta de críticas. Algunos expertos han señalado que la falta de textos escritos que acompañen la iconografía impide una interpretación definitiva. Otros sugieren que el vaso podría aludir a otros mitos regionales, como el ciclo cananeo de Baal, o simplemente representar el ciclo solar diario y no una cosmogonía.

Sin embargo, lo que parece claro es que el vínculo con el Enuma Elish —la hipótesis dominante durante décadas— no se sostiene. No solo por la diferencia cronológica (el texto babilónico fue escrito mil años después), sino porque el vaso no muestra violencia ni conflicto, sino una transición ordenada, casi simbólica.

La idea de que este pequeño objeto pueda contener la representación más antigua conocida de la creación del cosmos resulta fascinante. No tanto por su valor estético o por su rareza, sino porque nos da una ventana a cómo pensaban, soñaban y explicaban el mundo las sociedades de hace más de cuatro milenios.

Más que un vaso: un mapa del cielo antiguo

El cáliz de ˁAin Samiya es algo más que un hallazgo arqueológico singular. Es un testimonio visual de una visión del mundo en la que el orden, el sol, las divinidades y el tiempo estaban estrechamente entrelazados. En una época en la que aún no existían los templos monumentales ni las grandes epopeyas escritas, alguien grabó con cuidado esta historia en un pequeño vaso funerario, destinado quizás a iluminar el camino del alma hacia las estrellas.

El debate sobre su interpretación continuará, pero una cosa es segura: este objeto obliga a reescribir parte de lo que creíamos saber sobre las cosmovisiones del Próximo Oriente antiguo.

El estudio ha sido publicado en Journal of the Ancient Near Eastern Society “Ex Oriente Lux”.

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