El mayor estudio geoespacial del sistema vial antiguo confirma que la red de calzadas del Imperio romano abarcaba 300.000 kms de extensión

El sistema de calzadas se considera uno de los grandes legados de la ingeniería romana. Ahora, el innovador proyecto Itiner-e redefine nuestra comprensión de las infraestructuras viarias.
Calzada romana
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto - Red viaria romana

Las calzadas romanas se han convertido en epítome del poder, las capacidades tecnológicas y el grado de organización alcanzado por el Imperio romano. Sin embargo, hasta ahora no se había cartografiado de manera completa la verdadera extensión de esta red vial. Un nuevo proyecto cambia radicalmente el estado de la cuestión. En 2025, un equipo internacional de investigadores, liderado por Pau de Soto, Adam Pažout y Tom Brughmans, presentó Itiner-e, un monumental proyecto de reconstrucción digital que transforma nuestra comprensión de las infraestructuras romanas.

El estudio, publicado en la revista Scientific Data, demuestra que la red de carreteras del Imperio romano alcanzó unos 299.171 kilómetros, de los cuales más de 100.000 correspondían a vías principales. La magnitud del hallazgo, que duplica las estimaciones realizadas hasta el momento, redefine la escala de la movilidad, la administración y el comercio en el mundo romano.

Itiner-e
Reconstrucción de la red de calzadas romanas según Itiner-e. Fuente: de Soto et al. 2025

Un imperio sostenido por caminos

Desde su expansión republicana hasta la consolidación imperial, Roma concibió la red de caminos como una herramienta de dominio y cohesión. Las calzadas permitían el desplazamiento de los ejércitos, las mercancías y los funcionarios, pero también de las ideas y las culturas, configurando así un espacio político interconectado. Obras como la Vía Appia, construida en 312 a. C., inauguraron una larga tradición de ingeniería viaria que se prolongaría hasta el siglo IV d. C.

Como señalan los investigadores de Itiner-e, el conocimiento sobre estas rutas resultaba fragmentario y disperso. La compilación de datos dependía de documentos antiguos como el Itinerarium Antonini o la Tabula Peutingeriana, así como de hallazgos arqueológicos concretos, como los miliarios. Ahora, el nuevo estudio integra todos esos datos en una base de datos unificada, verificable y abierta al público.

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Ejemplos del proceso de localización de calzadas y vías romanas. Fuente: de Soto et al. 2025

Itiner-e: la mayor cartografía digital del mundo antiguo

Un proyecto continental

El proyecto Itiner-e se desarrolló entre 2020 y 2024, con la participación de más de 20 instituciones europeas, entre ellas la Universitat Autònoma de Barcelona, la Aarhus University y el CNRS francés. El trabajo unió a arqueólogos, historiadores y especialistas en sistemas de información geográfica (GIS) bajo un objetivo común: reconstruir con precisión el trazado de todas las vías terrestres romanas conocidas entre el siglo III a. C. y el IV d. C. Así, el estudio establece un marco temporal entre 312 a. C., fecha de la construcción de la Vía Apia, y 400 d. C., cuando el sistema comienza a modificarse bajo las nuevas realidades administrativas del imperio cristiano.

Gracias al trabajo conjunto, los investigadores elaboraron un mapa interactivo y de libre acceso, donde cada tramo de calzada está georreferenciado, citado y enlazado a las fuentes arqueológicas y literarias pertinentes. Cada uno de los 14.769 segmentos de carretera cuenta con metadatos que incluyen su nombre, tipo, bibliografía y nivel de certeza en lo que respecta a su identificación (seguro, conjetural o hipotético).

Un método de precisión milimétrica

La digitalización siguió un proceso triple: identificación, localización y registro. Los investigadores combinaron datos de excavaciones, fotografías aéreas, imágenes satelitales y mapas topográficos históricos para comparar los caminos antiguos con los trazados modernos. En muchos casos, las carreteras romanas coincidían con vías actuales, lo que permitió reconstruir su recorrido con notable exactitud. Para los tramos destruidos por la construcción de presas o los cambios de relieve, el equipo recurrió a imágenes de satélite de las misiones Corona (1967–1972), que capturaron paisajes antes de que se produjeran las grandes transformaciones modernas.

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Comparación entre los datos proporcionados por la base de datos DARMC (en naranja) y los datos de Itiner-e (en negro). Fuente: de Soto et al. 2025

Resultados: un imperio de casi 300.000 kilómetros

Los datos finales revelan una cifra asombrosa: 299.171,31 kilómetros de caminos identificados, de los cuales 103.477,9 km corresponden a calzadas principales (viae publicae) y 195.693,3 km a rutas secundarias. Hasta ahora, el principal atlas digital disponible (el Digital Atlas of Roman and Medieval Civilizations) tan solo registraba 188.555 km. Itiner-e, por tanto, duplica esa extensión gracias a una mayor cobertura territorial y una mejor adaptación topográfica.

El estudio demuestra, además, que más del 34 % del total corresponde a las grandes arterias del imperio, las mismas que conectaban Roma con sus provincias más lejanas, desde Britania hasta Siria y desde el Rin hasta el Sáhara. Este núcleo de vías está tan bien documentado que los autores consideran improbable que su longitud aumente de forma significativa en el futuro.

Sin embargo, el proyecto también expone los límites de nuestro conocimiento. Solo el 2,7 % de los tramos puede ubicarse con certeza, mientras que casi el 90 % se considera conjetural. Esto no significa que se dude de su existencia, sino que la precisión exacta del trazado se desconoce por la pérdida de vestigios materiales. El mapa, por tanto, también muestra los vacíos y las zonas pendientes de investigar.

Uno de los principales problemas señalados por los autores reside en la dificultad de establecer cronologías exactas de construcción y uso. Los caminos no surgieron como resultado de una única política imperial, sino que crecieron de forma orgánica, a menudo sobre trazados preexistentes. Las vías republicanas se extendieron y mejoraron durante los siglos siguientes, y muchas continuaron en uso durante la antigüedad tardía e incluso la Edad Media.

Calzada romana
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El desafío del tiempo: caminos en movimiento

Itiner-e posee un gran potencial científico, ya que la base de datos permite estudiar cómo la movilidad estructuró la economía, la difusión cultural e incluso la transmisión de enfermedades en el mundo romano. También abre la posibilidad de analizar cómo los patrones de circulación influyeron en la urbanización, el comercio marítimo o la expansión militar. Gracias a este proyecto, la arqueología ha alcanzado un nuevo hito: reconstruir con un alto grado de precisión la mayor red de transporte terrestre de la antigüedad, un entramado de casi 300.000 kilómetros que unió tres continentes y siglos de historia.

Referencias

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